Imposición religiosa y condena: desde la conquista hasta hoy



Cuando los españoles llegaron a América, implicó la imposición de la religión católica a los pueblos indígenas y la violencia contra quienes no se convertían:

La conquista de América tuvo consecuencias devastadoras para la población indígena, que se redujo de 60 millones a 5 o 6 millones en un período de cien años.

En 1532, el soberano inca (Perú) Atahualpa recibió a los españoles, enviados por Pizarro, con una ceremonia mostrando su poder. Los españoles impresionaron a los incas con sus caballos.

Al día siguiente, con 168 soldados y 37 caballos, Pizarro esperó a Atahualpa, quien llegó en un trono de oro. Según el cronista Francisco de Jerez, el padre Valverde pidió al inca hacer alianza con Pizarro porque “Dios así lo quería”, dándole una Biblia como la palabra de Dios. Atahualpa examinó la Biblia, no escuchó nada y, sin interés, la tiró.

Fue sentenciado a morir en la hoguera por rechazar al cristianismo y la Biblia. Atahualpa, por sus creencias en la resurrección, no quería morir quemado, lo que provocó que aceptara ser bautizado con el nombre de Francisco y morir estrangulado en un madero.

Hoy día se han multiplicado los verdugos inquisidores, quienes deciden tomar el control de qué, quién, cómo, cuándo y dónde se deben relacionar con Dios. Cada persona tiene una forma particular de llegar a entender lo que el Dios Espíritu o el Espíritu de Dios le revele de acuerdo a su nivel, capacidad y, sobre todo, produciéndole paz.

Jesús dijo: no puedo decirles más (revelarles) porque no lo podrán sobrellevar (Juan 16:12). Nosotros tendemos a ser religiosos, es decir, “mi sistema o revelación es la verdadera”, estrangulando las vidas espirituales de los demás.

El apóstol Pablo en Romanos 14 enseña que los cristianos no deben juzgarse por diferencias de opinión, especialmente en asuntos secundarios como la comida. Se debe recibir a los débiles en la fe sin imponerles requisitos de madurez espiritual. No hay que despreciar ni juzgar a quienes tienen convicciones diferentes. Además, no se debe hacer tropezar a otros con nuestras acciones; es mejor abstenerse de cualquier cosa que pueda ofender, debilitar o hacer caer a un hermano en la fe.

“¿Quién eres tú para juzgar a tu hermano?” es una frase que aparece en la Biblia en Romanos 14:4-11 y Santiago 4:12.

“Solo hay un dador de la ley y juez, que es poderoso para salvar y para destruir; pero tú, ¿quién eres que juzgas a tu prójimo?” ¿En serio te atreverías a desafiar a Dios y juzgar a los demás? (Santiago 4:12). No en vano dice la Biblia: “Pero el que no está seguro de si debe o no comer algo, al comerlo se hace culpable, porque no lo come con la convicción que da la fe; y todo lo que no se hace con la convicción que da la fe, es pecado.” (Romanos 14:23).

Dios ordenó a Gedeón destruir el altar de Baal y el árbol sagrado de Asera junto a él, construyendo en su lugar un altar al Señor y ofreciendo un toro como sacrificio. Gedeón obedeció de noche por temor a su familia y a la ciudad. Al descubrir lo ocurrido, los hombres exigieron la muerte de Gedeón, pero su padre, Joás, lo defendió: Baal debería luchar por sí mismo si era un dios. Desde entonces, Gedeón fue llamado Jerubaal, significando “que Baal se defienda de él”. Lo que era una fiesta de celebración pagana se convirtió en un medio de adorar a Dios.

¿A quién defiendes, a Dios (Yahveh) o a Baal y Asera? El que sea Dios se puede defender él mismo. Dios no necesita quien lo defienda, no existe en los anales de la historia un defensor del Eterno Dios Vivo, solo existen religiosos y fanáticos matando a seres humanos: física y espiritualmente.

Disfruta la vida que Dios te dio, haz el bien a todos, si hay algo digno en todo lo malo que ves, concéntrate en eso y así vivirás en paz contigo, con los demás y reflejarás la luz de Dios (Filipenses 4:8).

La autora es abogada, exjuez de Garantías de Herrera y jubilada.


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