El Día Internacional de la Juventud se conmemora cada 12 de agosto por resolución de la Asamblea General de la ONU y tiene por objetivo celebrar el potencial de la juventud como socios indispensables de la construcción de la sociedad mundial, así como también para sensibilizar a la sociedad de los desafíos y problemas que estos deben enfrentar y con mucha más razón en estos tiempos modernos que se viven de manera acelerada con gran presión social, por los cambios propios de la dinámica social. Por mencionar las redes sociales por sus tendencias y retos, o el ya clásico problema de las drogas, cada vez de mayor acceso son graves riesgos que hace 20 años no teníamos.
Juventud, según la Resolución 2250 (ONU, 2015) se define como las personas de entre 18 y 29 años de edad.
La consideración de que este divino tesoro este en un riesgo inminente viene de la observación y percepción ciudadana en el descontrol que vive un porcentaje de la juventud que no termina sus estudios, ni le interesa escoger una carrera con la cual formar parte de la vida cívica y del desarrollo del país y forman familia sin planificación dentro de una marginalidad social que sigue sumando más ciudadanos a la pobreza multidimensional.
Y dentro de esta percepción que resulta a la vez subjetiva, hay otros elementos objetivos que considerar para visualizar los graves riesgos que tiene la juventud hoy y que como Estado, padres, tíos, hermanos y vecinos incluso tenemos un rol social que cumplir. Por mencionar, las teorías de la criminalidad, como esos distintos paradigmas que definen los expertos criminólogos para explicar el porqué de la delincuencia, principalmente en la juventud como actores y víctimas.
Y es que hay factores tan determinantes que no se conocen ni mucho menos se estudian para diseñar estrategias para controlar la comisión de delitos por la juventud. La teoría de las ventanas rotas, por ejemplo, desarrollada por James Q. Wilson y George L. Kelling en 1982, indica que un edificio con ventanas rotas atraerá el vandalismo y en corto plazo tendrá consecuencias más graves; es decir, la influencia del urbanismo es un factor determinante para la juventud. Qué tanto urbanismo se encuentra en Colón, San Miguelito y otros sectores con margen alto de criminalidad.
Por otro lado, la teoría de la elección racional desarrollada por Cornish y Clarke en 1986, parte de la idea de que las personas que cometen delitos deciden realizar esas acciones basándose en un juicio. Es decir, balancean las oportunidades y el beneficio que tendrían con ese delito y evalúan el riesgo que supondría ser atrapados. Este comportamiento delictivo tiene un propósito y es racional. Esto es muy común en la juventud que, influenciada por las novelas de narcos, sueña con esa vida de lujo y desenfreno.
Un último ejemplo: la teoría de la asociación diferencial describe que el comportamiento criminal se aprende a través de la interacción con otros; este aprendizaje se produce en grupo y en el círculo cerrado de ese grupo se observa el nivel de influencia. Las justificaciones, motivos e impulsos para cometer el delito o acción ilegal serán cada vez mayor. Esta es muy buena para entender como un joven inicia en las drogas.
Las decisiones de la juventud de hecho, tienen un enorme impacto inmediato en el desarrollo de sus vidas y en el bienestar del país en general por las consecuencias colectivas que se den.
Por ello, en el marco del día internacional de la juventud, nos corresponde motivarlos a que persigan sus sueños con determinación y disciplina, porque todo lo que hagan o dejen de hacer hoy impactará en su mañana; a alejarse de las drogas y violencia, practicar actividades positivas que aporten a su crecimiento personal, prepararse para tomar las oportunidades que la vida les ofrecerá, creer en ellos y nosotros creemos en su potencial.
El autor es oficial de Senafront y magíster especialista en seguridad y derechos humanos

