“Que la vida iba en serio ⸺dice el poeta español Jaime Gil de Biedma, uno lo empieza a comprender más tarde”, iluminando lo obvio: la juventud, tesoro divino que se va para no volver, es un estado que todos sufrimos. Biedma, sigue enseñándonos: “como todos los jóvenes, yo vine/a llevarme la vida por delante. /Dejar huella quería/y marcharme entre aplausos/envejecer, morir, eran tan solo/las dimensiones del teatro”.
Los muchachos del Fermín Naudeau, utilizan un viejo recurso en su video de graduación que los antiguos del lugar, que se desgarran las vestiduras por nimiedades, olvidan: la ironía. La broma se defiende por sí misma, lo que no tiene defensa es la poca capacidad autocrítica y las muy escasas lecturas y criterio de los adultos: ofendidos por tan poca cosa.
Si nosotros los mayores no somos capaces de entender la diferencia entre una broma y la realidad, estamos perdidos. Es más absurdo el comunicado de los ex del plantel, lleno de palabras huecas, místicas de insignias y patrioterismo, de mitologías caducas que no transmiten ningún mensaje “axiológico-educativo”, como dicen literalmente, con una verborrea rancia y autocomplaciente que dinamita cualquier puente generacional.
Cuando más necesita este país de ciudadanos con altura de miras y criterio, resulta que nos hemos ablandado más que esta generación, que sí parece tener claro lo que es ironizar con un sistema educativo muy deficiente y contra el cual han luchado y vencido: se han graduado a pesar de todo. En vez de emitir como exalumnos comunicados contra la corrupción y la impunidad, refunfuñan por una broma.
“Pero ha pasado el tiempo/y la verdad desagradable asoma: ⸺termina Biedma su poema⸺: envejecer, morir, /es el único argumento de la obra”. Al final, todos sabremos de qué va la obra, pero hay que dejar que los jóvenes hagan su camino. Si usted no sabe que es una ironía, cállese y pase a los problemas de verdad: reírse de uno mismo, es síntoma de inteligencia.
El autor es escritor.