La situación en Venezuela es el ejemplo máximo del socialismo. Siendo este el mejor exponente cercano de una sociedad sin libertades, cabe analizar dónde estamos nosotros en comparación. Un buen punto de partida para referenciar es el Índice de Libertad Económica 2024 de “The Heritage Foundation”, una medida científica que puede ayudarnos a entender nuestra posición.
Este índice evalúa a 184 países y muestra que la libertad económica está directamente relacionada con mejores estándares de vida, mayor ingreso y menor pobreza, mayor desarrollo humano, innovación y democracia.
Países como Singapur, Suiza, Irlanda, Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia, Países Bajos y Canadá se encuentran en la cima de la lista de 2024. Estos países demuestran que el desarrollo y la prosperidad están estrechamente ligados a las libertades económicas. Comparten economías abiertas, alta calidad institucional, sistemas educativos robustos, innovación tecnológica y políticas que promueven el bienestar social.
En contraste, Venezuela es considerado uno de los países menos libres del mundo por el índice debido a un régimen autoritario que restringe libertades civiles y políticas, una economía centralizada que limita la iniciativa privada, una corrupción extendida y la represión de medios de comunicación y opositores.
En el contexto local, Panamá ocupa la posición 52 de 184, situándose en una posición intermedia. ¿Cómo podemos interpretar esta posición en términos locales? Durante el gobierno anterior, el costo de los bonos internacionales se duplicó, pasando de tasas entre el 4% y el 6% a un 8%.
Para el ciudadano promedio, esto es como si la tasa de interés de su préstamo se duplicara. Imagina que pagabas un interés bajo por tu casa, pero de repente los pagos se duplican, haciendo todo más caro y difícil de manejar. Este incremento en el costo del endeudamiento refleja la disminución en la confianza de los inversores, lo que llevó a una caída en nuestra calificación crediticia.
Además, la Inversión Extranjera Directa (IED) en Panamá en el año 2023 cayó un 30.7% comparado con 2022, mostrando una menor atracción de capital extranjero debido a la incertidumbre económica. Esto es similar a un cliente que deja de comprar en su panadería de siempre porque ya no confía en la calidad del pan. Esa pérdida de confianza significa menos ventas y menos ingresos para la panadería, afectando su capacidad de crecer y prosperar.
El Índice de Confianza del Consumidor también cayó, reflejando las bajas expectativas sobre la situación económica familiar y el ahorro futuro. Es como si las empresas ya no quisieran innovar y lanzar nuevos productos porque no creen que los consumidores vayan a comprarlos. Sin esa confianza, hay menos inversión y menos oportunidades para el crecimiento económico.
Sin embargo, la llegada de nuevos políticos panameños, que surgieron gracias a las libertades políticas del país, ha comenzado a cambiar esta perspectiva. A pesar de los ataques y obstáculos impuestos por los políticos antiguos que se resistían al cambio, la transparencia y el compromiso de estos nuevos gobernantes están revitalizando la confianza internacional en Panamá. La valorización de los bonos del país y el interés de colaboración comercial internacional reflejan un renacimiento económico.
A pesar de estos avances, Panamá aún enfrenta retos considerables: la educación rezagada, la corrupción persistente, la informalidad y el desempleo. Sin embargo, estos obstáculos pueden superarse con disciplina, responsabilidad y un firme compromiso con las libertades económicas y políticas. La libertad económica no es solo un concepto abstracto; es el camino hacia un futuro más próspero y equitativo para todos los panameños.
El autor es miembro de la Fundación Libertad