En el contexto global actual, los países en desarrollo están inmersos en una feroz competencia por atraer inversión extranjera directa (IED). La IED es crucial porque puede acelerar el crecimiento económico, generar empleo y facilitar la transferencia de tecnología. Para alcanzar este objetivo, es esencial que estos países implementen reformas estructurales que simplifiquen el proceso de inversión. En mi artículo de esta semana, indago cómo y por qué los países luchan por captar estas inversiones, así como los principales elementos que los inversores toman en cuenta al elegir un país para establecer sus proyectos.
La disputa por inversión extranjera no se trata solo de un asunto de orgullo nacional; es una urgencia económica. Para muchos países en desarrollo, la IED es una fuente clave de capital que puede financiar infraestructura, mejorar la capacidad productiva y crear empleo. En tiempos de incertidumbre económica, atraer inversión se convierte en una prioridad para revitalizar las economías locales.
Con el incremento de la competencia entre naciones por atraer la atención de los inversores, es vital implementar cambios estructurales que permitan a estos países destacar en el complicado panorama global. La globalización ha permitido a los inversores explorar múltiples destinos y elegir aquellos que brindan un entorno más favorable para sus negocios.
Al momento de decidir dónde invertir, los inversores son muy cuidadosos y evalúan diversos factores que pueden influir en el éxito o el fracaso de sus proyectos. Entre los más importantes se encuentran:
Digitalización de procesos: En un mundo cada vez más conectado, la digitalización se ha vuelto indispensable. Los países que adoptan soluciones digitales para automatizar y optimizar procesos administrativos suelen ofrecer un entorno más ágil y efectivo. La posibilidad de realizar trámites en línea, efectuar pagos electrónicos y acceder a información fundamental a través de plataformas digitales son características que resultan atractivas para los inversores.
Burocracia gubernamental: La rapidez de los procesos burocráticos es un factor crítico. Un sistema burocrático complicado puede desanimar la inversión, mientras que un marco regulatorio más simplificado puede servir como un imán para la IED. Los países que implementan reformas para reducir la burocracia y facilitar el acceso a permisos y licencias son preferidos por los inversores.
Ventanillas únicas: La creación de ventanillas únicas, donde los inversores pueden realizar todos sus trámites en un solo lugar, representa un gran avance. Esta estrategia no solo acelera los procesos, sino que también reduce el riesgo de corrupción, al ofrecer una experiencia más clara y transparente.
Transparencia de procesos: Los inversores valoran la transparencia en la toma de decisiones gubernamentales y en los procedimientos de licitación. Los países que fomentan la claridad y la rendición de cuentas en su gestión administrativa generan confianza, lo cual es clave para la toma de decisiones de inversión.
Honestidad e integridad: La corrupción es uno de los mayores obstáculos para la IED. Los países que logran mantener un ambiente honesto y que son vistos como seguros, donde se respeta el Estado de derecho, resultan más atractivos para los inversores.
Clima de inversión: Por último, el clima general de inversión —que incluye elementos como la estabilidad política, la seguridad jurídica y la capacidad de generar retorno sobre la inversión— será determinante. Los inversores buscan lugares donde sus intereses comerciales estén protegidos y puedan operar sin temor a interrupciones o arbitrariedades.
La carrera por atraer inversión extranjera es un reto que los países en desarrollo deben enfrentar con seriedad y compromiso. Adoptar políticas que fomenten la digitalización, simplifiquen la burocracia y creen un entorno transparente y seguro son fundamentales para ganar la confianza de los inversores. En un mundo interconectado, aquellos países que consigan construir un ecosistema favorable para la inversión se beneficiarán con un crecimiento económico sostenido, un desarrollo social significativo y una mejor calidad de vida para sus ciudadanos. La lucha por la IED no se limita a lo económico; es una oportunidad para transformar el futuro de naciones enteras.
El nuevo gobierno de Panamá, que inició su mandato el 1 de julio de 2024, ha demostrado claramente la importancia de atraer inversión extranjera para el éxito de su gestión. En este sentido, la colaboración entre el sector público y privado es fundamental para lograr una transformación en Panamá que promueva el retorno del crecimiento pasado y genere prosperidad para todos los ciudadanos que residen en el país.
El autor es consultor tributario y country managing partner de EY.
