Desde hace más de 10 años, en Panamá se decidió soterrar los cables aéreos por fases. Al menos eso fue lo que se publicó, incluso iniciando un proyecto piloto en el área de la urbanización Obarrio.
Me han asegurado que, en algunos sectores, ya están construidos los conductos necesarios para soterrar los cables, pero estos siguen “adornando” la vista de nuestros resignados ciudadanos.
Esto no es solamente un tema de ornato; la exposición de los cables hace que la red eléctrica y de cable-TV sea más propensa a fallas ocasionadas por factores naturales y accidentes vehiculares, en algunos casos poniendo en peligro la vida de las personas.
Tanto las autoridades como los ciudadanos nos quejamos de la baja confiabilidad del servicio eléctrico, pero nadie toma las decisiones esenciales e importantes para mejorarlo, más allá de quejas públicas y, supuestamente, multas.
Es urgente establecer reglas de obligatorio cumplimiento y crear un cuerpo de inspectores que asegure que cualquier transgresión sea reportada a los canales responsables. Este proceso debe implementarse en un sistema transparente, donde los ciudadanos puedan consultar en línea los reportes de los inspectores y exigir rendición de cuentas a quienes no tomen las acciones correctivas necesarias.
En cuanto al ornato, nuestra ciudad, a pesar de su belleza, está plagada de “telarañas” de cables, algo que parece no importar a la ASEP.
Para colmo, ahora están instalando estas “telarañas” en el tramo marino y en otros puntos de los corredores. ¿Y la ASEP? Pareciera que está tomando una siesta, en lo que podría interpretarse como incompetencia o complicidad.
Siempre he sostenido que, cuando un problema se ha acumulado durante años, el primer paso es tomar medidas para que no continúe acumulándose. Sin esta determinación, cualquier intento por resolver el problema será inútil.
Sin embargo, parece que esta práctica tan simple es desconocida por muchos, especialmente por quienes dirigen la ASEP.
No puedo entender semejante desidia. Y, sinceramente, se me hace difícil creer que se trate de simple ignorancia; más bien, parece algo más ominoso.
Este problema no se limita a la ASEP, sino que abarca todos los niveles de gobierno e incluso al sector privado. Como ejemplo, están las cercas que quedan devoradas por la maleza porque no se toma la precaución de limpiar las áreas adyacentes. Se espera hasta que es demasiado tarde y hay que instalar una nueva cerca. Piensa mal y acertarás.
En fin, ¿hasta cuándo seguiremos siendo hijos del tercer mundo? Es hora de convertirnos en padres de nuevas generaciones capaces de cuidar lo que tienen y de resolver los problemas que nos han acosado durante tanto tiempo.
El autor es ingeniero electro-mecánico, informático y escritor.