La electricidad es clave en la economía y la seguridad nacional de un país. No es de extrañar que, en la invasión rusa a Ucrania, los dos países hayan intentado destruir sus fuentes de energía para ganar la guerra. Tampoco sorprende que Donald Trump ahora exija que las empresas estadounidenses sean dueñas de las centrales eléctricas ucranianas. La electricidad es vital para abrir las compuertas del Canal y permitir el tránsito de tierras raras y microprocesadores para el armamento norteamericano.
Las iniciativas que pueda fomentar el país para abastecer de energía el tren David-Panamá y la mina de Jiangxi Copper en Donoso deben ser cónsonas con el discurso presidencial sobre la salida de Panamá de la Nueva Ruta de la Seda Digital, priorizando la seguridad del Canal bajo control panameño. De igual manera, ante la creación de nuevos puestos de trabajo bajo el concepto de “recuperación verde”, debe quedar claro: no debemos permitir que los proyectos eólicos y solares sean utilizados por empresas de capital chino para posicionarse en Panamá, ya que combinan financiamiento a largo plazo con el suministro de componentes de bajo costo. Sin embargo, esto no debe comprometer los 30 millones de dólares anuales de subsidio estatal a la electricidad en Panamá.
Las empresas con sede en la República Popular China han acelerado en los últimos años la generación, transmisión y distribución de energía en América Latina, especialmente en Sudamérica, a través de adquisiciones y construcción de infraestructuras. Estas adquisiciones pueden entenderse como una estrategia de política exterior de la “Nueva Ruta de la Seda Digital”, mediante la cual Pekín emplea financiamiento estatal y empresas públicas o subsidiadas para construir redes estratégicas dentro de la economía global.
Los panameños debemos preguntarnos: ¿conviene asociarnos con un país cuyas políticas en hidroeléctricas han sido polémicas en Sudamérica, considerando la Interconexión Eléctrica Panamá-Colombia y nuestro Tratado de Neutralidad con Estados Unidos? Los avances de China en infraestructura eléctrica son significativos y se complementan con su crecimiento en el sector portuario. ¿Les resulta familiar que BlackRock Inc. haya adquirido Hutchison Ports? ¿BlackRock Inc. comprará también Hidroituango, Coca Codo Sinclair y todas las obras que ha ejecutado Sinohydro en Sudamérica?
Desde una perspectiva estratégica, el avance de China hacia una posición dominante en la generación y transmisión de electricidad en Panamá le otorgaría mayor influencia comercial en el Istmo y un control progresivo sobre sectores clave. Este movimiento es particularmente relevante en un país con un canal interoceánico de importancia global y en el radar del Consejo de Seguridad de la ONU.
La electricidad es un pilar fundamental en la economía de América Latina y será clave para el crecimiento económico y tecnológico de Panamá y Centroamérica. La participación de empresas extranjeras en la interconexión eléctrica Sudamérica-Centroamérica merece especial atención en nuestra geopolítica. Sun Tzu dice: “La guerra es de vital importancia para el Estado; es el dominio de la vida o de la muerte, el camino hacia la supervivencia o la pérdida del Imperio: es forzoso manejarla bien”.
Por la seguridad del Canal de Panamá, Estados Unidos supervisará los contratos de las multinacionales dueñas de hidroeléctricas en Sudamérica, tal como lo hizo con los puertos. Queda por ver qué ocurrirá con el suministro de máquinas de hemodiálisis, software e insumos quirúrgicos en la Caja de Seguro Social.
Esperemos que los panameños siempre mantengamos el control del “switch” de la electricidad, indispensable para abrir y cerrar las esclusas del Canal de Panamá.
El autor es cirujano subespecialista.