Desde hace meses el tema de construir un nuevo “Mercado de Mariscos” ha sido noticia nacional. Hay quienes apoyan el realizar un nuevo proyecto, así como una gran mayoría se manifiesta en contra, al punto de provocar una campaña de recoger firmas para remover del cargo al alcalde capitalino.
Luego de escuchar o leer tantas opiniones sobre el tema y por haber sido, si se puede enunciar “el padre de la criatura”, considero importante aclarar algunas de las falacias sobre la génesis del actual mercado que considero una falta de investigación por parte de quienes publican o escriben sobre esta importante obra social.
Recién fui posesionado como ministro del Comercio e Industrias (MICI) en 1991, Roy Cardoze director de la Autoridad de Recursos Marinos, entonces una dependencia a mi cargo, me informó sobre el interés de una misión japonesa de alto nivel encabezada por Koichi Miyoshi y el embajador en Panamá Yogi Sugiyama, de reunirse conmigo. Dicho encuentro dio inicio a una monumental y larga proeza para perfeccionar los acuerdos, procedimientos burocráticos y controles fiscales para optar una donación de más de $8 millones del gobierno japonés a nuestro país. A pesar de tener el “rancho ardiendo” con tantos problemas que atender, para la recuperación económica producto de los años de dictadura, saqueos, y la destrucción a causa de la invasión, estaba convencido que para lograr este proyecto era indispensable, que tanto el presidente Guillermo Endara como el contralor Rubén Carles se sumaran a esta saga ya que de otra manera perderíamos tan importante obsequio. Obtuve de ambos su compromiso, después de asegurarles mi directa atención al complicado plan, el cual resultó mucho más complejo y conflictivo de lo que jamás pensé, al punto que estuve en dos ocasiones al borde de abortar su concepción.
Por un lado el gobierno tenía que adquirir compromisos con la delegación japonesa más allá del alcance del MICI, tales como conseguir un terreno cerca de la ciudad y traspasarlo a nombre del proyecto que bautizamos “Mercado de Mariscos”. Dicha propiedad debería tener acceso directo a una calle principal y a una conexión eléctrica para mover los necesarios equipos de refrigeración, alumbrado y limpieza. La única propiedad del gobierno que reunía estas exigencias era donde se encontraba el viejo gimnasio del Marañón. Pero el mismo no contaba con el necesario metraje, ni tenía acceso a la cercana Avenida Eloy Alfaro.
Sería excesivamente extenso el contarles tantas complicaciones y oposiciones al proyecto. Gracias al vicepresidente Guillermo Ford y al ministro de Vivienda Guillermo Quijano, pudimos subsanar las dificultades y finalmente licitamos la construcción de la obra y su total equipamiento de acuerdo con los planos y diseños exigidos por los técnicos e inspectores de la misión japonesa.
A mediados de 1992 el embajador Sugiyama y este servidor, durante un intercambio de notas diplomáticas, colocamos en el sitio la primera palada. Dos años demoró su construcción y unos meses antes y, de acuerdo con la misión japonesa, concluimos que el MICI no tenía competencia para administrar dicho mercado y que sería prudente traspasarlo al Municipio Capitalino, por lo que ordené que se prepararan los contratos para su transferencia a esa institución una vez concluida la obra.
En octubre del 1994, tres meses después del traspaso de gobierno a Ernesto Pérez Balladares fue entregada la obra; no fui invitado a su inauguración y no entiendo la placa que aparece en su entrada que acredita dicha obra a la gestión de la exalcaldesa Mayín Correa. Mi satisfacción personal ha sido observar durante estos 28 años cómo se han beneficiado cientos de pescadores y miles de ciudadanos de este excelente proyecto, que gracias a la tozudez de los funcionarios de la entonces Dirección de Recursos Marinos, la Embajada del Japón y a la voluntad política del gobierno de Endara se mantiene muy a pesar del mal mantenimiento y sanidad, ofreciendo un excelente servicio y cubriendo la necesidad de proveer alimentos sanos a precios razonables a todos los capitalinos. Si bien la posterior ampliación de la Avenida Balboa y la cinta costera lo despojó de algunos espacios frontales y parte de sus estacionamientos, estoy seguro que el actual alcalde con mucho menos complicaciones y muy pocos recursos podría mejorar el mantenimiento y lograr del gobierno el traspaso de algunas aéreas adyacentes al mercado para convertirlas en estacionamientos y en más locales de expendio de alimentos. Tal vez así se evitaría tantas demandas y procesos de revocatoria de su cargo.
El autor fue ministro de Comercio e Industrias.