La fiebre del oro azul



El océano cubre el 71% de la superficie terrestre y, por ello, en 1982 se acordó la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Convemar) como un marco internacional para la gestión sostenible del océano. Sin embargo, este marco jurídico no ha logrado prevenir y reducir los graves impactos de la sobrepesca, pesca ilegal, no declarada y no reglamentada, la contaminación y el cambio climático sobre el océano. Estas presiones tienen al océano en una crisis de biodiversidad sin precedentes.

Sin embargo, una nueva amenaza se cierne sobre el océano. Con el agotamiento de los yacimientos minerales terrestres y el aumento de la demanda de metales, el fondo marino es visto como la siguiente frontera para impulsar la transición energética y enfrentar la crisis climática. Los fondos marinos internacionales que cubren aproximadamente el 50% de la superficie del océano, son ricos en yacimientos minerales de sulfuros y nódulos polimetálicos, costras ricas en cobalto, fosforitas y lodos ricos en elementos de tierras raras. Aunque la minería oceánica aún se encuentra en etapa experimental, la información científica disponible sugiere que la extracción generaría impactos ambientales gravísimos. Las profundidades marinas albergan una biodiversidad comparable a las selvas tropicales y mantienen los sistemas de la Tierra en funcionamiento al impulsar las corrientes globales, regenerar nutrientes y almacenar dióxido de carbono. Además, son una fuente inexplorada de productos naturales útiles en medicamentos y cosméticos.

La minería oceánica no solo destruiría los ecosistemas únicos que allí existen, sino que también crearía penachos de sedimentos y residuos mineros tóxicos que podrían afectar a la vida marina a cientos de kilómetros. La extracción de nódulos, montes submarinos y respiraderos hidrotermales tendría un efecto desconocido sobre los organismos filtradores y podría afectar a especies que utilizan la bioluminiscencia y la ecolocalización para desplazarse.

La Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA, por sus siglas en inglés) tiene la responsabilidad de administrar y conservar los fondos marinos internacionales como patrimonio común de la humanidad y para ello debe adoptar medidas para proteger el medio marino y los recursos naturales de las actividades de exploración y explotación minera que puedan darse en el futuro, y asegurar una repartición equitativa entre los Estados de los beneficios económicos que pueda generar la explotación minera de los fondos marinos internacionales.

La urgencia para frenar el posible inicio de la explotación minera del fondo marino internacional surgió cuando en junio de 2021, el Estado de Nauru informó a la ISA su intención de invocar la “regla de los dos años” de la Convemar, la cual permite que la ISA establezca normas para la explotación de minerales en los fondos marinos internacionales, que deben ser finalizadas este 9 de julio de 2023. Si no lo hacen, todavía tendrían que considerar y aprobar provisionalmente una solicitud de explotación minera.

Panamá y organizaciones internacionales piden una “moratoria” en la minería oceánica para recopilar información científica y establecer regulaciones adecuadas antes de la explotación, y juristas señalan que la ISA puede posponer la adopción de normas mineras para evitar disputas legales internacionales y la elaboración apresurada de un código minero.

La promoción de la transición energética sostenible no puede depender de la destrucción del océano, por lo que es necesario buscar alternativas para satisfacer nuestras necesidades de metales y minerales a través de métodos de producción y reciclaje más eficientes. El océano merece ser conservado y recuperarse del daño que ya ha sufrido.

La autora es máster en derecho ambiental, Universidad de Melbourne, Australia


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