Las cifras no son buenas. La inversión extranjera directa (IED) en el 2018 fue de $5.01 vs $1.84 en el 2022. Es decir, durante los dos últimos gobiernos no ha facilitado, promovido o agilizado la instalación de nuevas empresas al ritmo que requiere el país.
El empleo informal hoy representa casi 5 de cada 10 empleos. Los pocos formales que se han creado (76%) han ido a las Pequeñas y Medianas Empresas (Pymes), que en su mayoría se concentran en el mercado local de consumo.
Por otro lado, la planilla estatal la han incrementado con más de 75,000 nuevos funcionarios llevando a Panamá a ocupar la cuarta posición en total de empleados públicos en toda Latinoamérica. Esto, mientras el 60% de los jóvenes de más de 15 años no encuentran empleo. La falta de nuevas IED no ha podido reducir que 7 de cada 10 panameños ganen menos de $1,000 mensuales y solo el 3% que gana más de $3,000 al mes.
Difícilmente puede un país superarse de esta manera.
Nueva IED es una forma rápida (y menos costosa) de estimular el crecimiento económico con su capital fresco que el gobierno utilizaría para financiar proyectos de infraestructura crítica (ejemplo: potabilizadoras, líneas de distribución de agua, carreteras, hospitales, medicamentos, jubilaciones, etc). Las IED son la mejor fuente para sustituir el aporte de 4.5% al producto interno bruto (PIB) que se tenía con la actividad minera.
Los nuevos empleos producidos por las IED vienen con mejores salarios y conocimientos en nuevas tecnologías que ayudarían a Panamá a posicionarse como líder regional en logística (inteligencia artificial, robótica, herramientas en nube, etc.).
Estados Unidos es el líder en estas áreas y ha demostrado estar dispuesto a explorar posibilidades de colaboración en nearshoring bajo el programa de producción de semiconductores. Nos toca ahora actuar en tal sentido.
El autor es expresidente del Consejo Empresarial Estados Unidos – Panama

