¿Cómo guiar a los jóvenes hacia el mercado laboral? La premisa sobre la que se creó en 2000 este vigoroso proyecto organizado por la OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económico). Con sede en París. Su secretario general es Mathias Cormann, australiano. Participan en PISA alumnos de 15 años de la treintena países miembros y otros 50 más invitados. No es obligatorio actuar: 120 países no están en las páginas amarillas.
Medir, evaluar y comparar el estado de la educación, con el resultado de un documento mundial con información muy valiosa, similar al IDH, Índice de Desarrollo Humano, de la ONU.
Se evalúa el razonamiento de los jóvenes en matemática, ciencia y lectura.
Surge un inventario de las mejores prácticas y la evaluación se convierte en un hábito, de la que se lleva un registro histórico, base para corregir, mejorar y desarrollar política específica.
¿Cuánto cuesta al Estado integrar esa prueba PISA y su informe?
Una brusca, si se compara con el megaproyecto de Expreso de Oriente-Occidente, calculado en 5 mil millones de Washington. Esos ocho millones no son nada, sin la frente marchita, sin mirada febril, que ni te busque, ni te nombre.
Ese informe diagnóstico y portón de oportunidad no tiene sentido sin un trabajo y esfuerzo mayor de seguimiento con metas sin vaguedad. Clave fuera del informe: desarrollo de proyectos y estrategias para superar las dificultades.
El aprendizaje está ligado a la situación socioeconómica y cultural de las familias.
¿Cuáles son nuestros ODE (objetivos de desarrollo educativo), en materias específicas? En los informes PISA anteriores y en las investigaciones locales derivadas se hallan muchas respuestas para afrontar las precariedades.
El último informe, se basa en las pruebas aplicadas en 2022, aunque fue divulgado este año. Las próximas serán aplicadas en 2025.
Chile encabeza en América Latina. En 2022, hubo un descenso en la comprensión lectora, situado en un tercio de los jóvenes participantes; las mujeres tuvieron un mejor desempeño en comparación con la prueba anterior realizada en 2018. También hubo un declive en matemática. El 55% no calificó para las competencias mínimas para desenvolverse en la sociedad.
De la región Latinoamérica, participaron 13 países. Chile obtuvo el primer lugar; Costa Rica, el quinto y Panamá el décimo. Los jóvenes ticos solo acertaron un tercio de los problemas matemáticos y de comprensión lectora, solo la mitad pudo entender abstracciones, conceptos, identificar el tema central de un texto y distinguir entre hecho y opinión.
En Uruguay, existe una gran diferencia entre la calificación de los estudiantes de escuelas públicas y privadas. Similar al caso panameño. Casi la mitad mostró competencias y habilidades matemáticas para la vida social.
Panamá se encuentra entre los países menos desarrollados, de los que Camboya se encuentra en el último lugar. Por debajo de Panamá, en nuestra región se encuentran Guatemala, El Salvador, dominicana y Paraguay.
Nación de 4.5 millones de habitantes y puntero en crecimiento económico, Panamá tiene tareas pendientes en cultura política, cohesión social y calidad educativa, en las que Chile, Uruguay y Costa Rica, encabezan el devenir regional.
El autor es docente, periodista y filólogo.

