Al analizar el caso de China en el Canal de Panamá, lo primero que hay que resaltar es que se trata de mucho más que un país. Es una verdadera civilización en sí misma con décadas de tener un plan con una fuerte autodisciplina, junto a una destacada capacidad de esfuerzo y una manifiesta vocación por el trabajo con un pensamiento colectivo con hambre de comerse el mundo para superar el siglo de la Humillación, que a mediados de los años setenta, empezó a reinventar su historia para ser gran protagonista de la política mundial actual: la gran China, la República Popular de China, quien sin prisa pero sin pausa ha llegado a ocupar el segundo lugar en el liderazgo político y económico ejerciendo una innegable y decisiva influencia en la geopolítica.
Frente a la supremacía y liderazgo hegemónico del paladín de un Estado de derecho y de asentamiento de la democracia liberal como es los Estados Unidos de América, caracterizados por su fuerza militar, capacidad económica y tecnológica (Hard Power) como armas fundamentales, la presencia China se extiende rápida pero no precipitadamente con su China’s Belt and Road Initiative (BRI), o Un Cinturón-Una Ruta.
La economía de Estados Unidos es muy fuerte por su poderío militar. La estrategia militar de Estados Unidos está principalmente fundamentada en que la Marina Estadounidense controla todos los océanos del mundo. Hasta hoy esto quiere decir que Estado Unidos puede invadir otros países más no puede ser invadido, también que controla el comercio internacional. Es ahora la otra cara de la moneda de su poderío económico.
Un poderío que se dio gracias a la construcción y geografía del Canal de Panamá que produjo una realidad económica al dominar un continente invulnerable a la invasión y ocupación.
¿Cuál es el miedo de Trump? Que su patio trasero tenga nuevos dueños y que afecte el poder que le brinda el Canal de Panamá a Estados Unidos de América (USA). Es la primera vez en al menos una generación, que USA tiene un competidor estratégico que posee capacidades navales que puede desafiar sus fuerzas de manera agresiva, sus principios, sus alianzas y su prosperidad.
En octubre de 2020, la flota china se convirtió en la más grande del mundo, con unos 350 buques de guerra y submarinos, incluidos más de 130 grandes navíos de superficie y eso sin contar con los pesqueros que abundan en el Océano Pacífico que desean como fin último de la era de Xi Jinping ser la primera potencia mundial cuando celebren el centenario de la fundación de la República popular China en 2049.
Hoy, América Latina es el segundo mayor destinatario de inversión directa china. Varios países aceptaron participar en el proyecto de infraestructura y comercio global de Pekín: la “Nueva Ruta de la Seda Digital”, y esto vino acompañado de un componente político reflejado principalmente en el reconocimiento de la política de “una sola China”. En 2017, El Salvador, Panamá y República Dominicana figuraban entre los 18 países que reconocían la soberanía de Taiwán, a quién China considera provincia separatista. Unos años más tarde, y a costa de generosos préstamos y proyectos de infraestructura, los tres Estados rompieron relaciones diplomáticas con Taipéi.
¿Cuál es la verdad de Trump? Que el misterioso empresario chino Wang Jing y la empresa HK Nicaragua Canal Development Investment Co., Limited (HKND) no pudieron iniciar la construcción del gran canal interoceánico nicaragüense anunciado hace una década atrás y que Erika Mouynes fue destituida del cargo de ministra de relaciones exteriores de Panamá durante la administración Cortizo y era la encargada de un protocolo de Neutralidad del Canal de Panamá que nunca se suscitó con la República Popular de China. Durante el mandato del presidente Cortizo se renegociaron contratos leoninos como lo fueron puertos, ferrocarriles y minas de techo abierto. No es de extrañar que los ex presidentes Varela y Cortizo se ausentaran de la reunión de expresidentes donde reafirmaban la soberanía de Panamá sobre el Canal de Panamá.
Actualmente USA y China están en una guerra tecnológica y económica y temen que sea cuestión de tiempo una guerra convencional y de alta intensidad, porque históricamente cada potencia dominante ha realizado todos los esfuerzos posibles para mantener su permanencia.
La participación de empresas de capital extranjero merece una atención especial en nuestra geopolítica. Sun Tzu dice: “la guerra es de vital importancia para el Estado; es el dominio de la vida o de la muerte, el camino hacia la supervivencia o la pérdida del Imperio: es forzoso manejarla bien.
En éstos momentos, cinco de los diez bancos más grandes del mundo por valor de capitalización bursátil son de la República Popular de China. Ojalá que en las actuales reformas a la ley del seguro social, las cuotas obrero-patronal de los funcionarios públicos manejadas por las administradoras de fondos de pensiones privadas de Panamá no queden en dichos bancos y, nos coaccionen con las mismas, para no adherirse al pacto de neutralidad del Canal de Panamá y que Trump no de una interpretación populista a la Reserva DeConcini.
El autor es médico sub especialista.