El 5 de julio de 1811, Venezuela se convirtió en el primer territorio hispanoamericano en declarar su independencia. Ese día, los representantes de las provincias unidas venezolanas, denominadas, en conjunto, “Confederación Americana de Venezuela en el Continente Meridional”, declararon a dichas provincias “Estados libres, soberanos e independientes … absueltos de toda sumisión y dependencia de la corona de España”, con “pleno poder para darse la forma de gobierno que sea conforme a la voluntad general de sus pueblos”.
El gobierno que se acordó fue republicano y federal, encabezado por un triunvirato ejecutivo, de acuerdo con la Constitución Federal para los Estados de Venezuela, adoptada el 21 de diciembre del mismo año. Fue la primera de 24 constituciones venezolanas, hasta la más reciente, aprobada en 1999.
En España, el Consejo de Regencia, que gobernaba la parte de la península libre de la intervención napoleónica, declaró en rebeldía a los venezolanos y envió al militar Domingo de Monteverde a reducir a los patriotas. La guerra de independencia de Venezuela sería la más encarnizada de Hispanoamérica y duraría hasta 1823. Simón Bolívar fue su gran adalid, a partir de 1813.
La última contienda librada en Venezuela (que en ese momento formaba parte de la República de Colombia) fue la batalla naval del Lago de Maracaibo, el 24 de julio de 1823, la cual culminó con la victoria de la armada republicana y la derrota final de las fuerzas españolas. El bicentenario de esta batalla es el tema que convoca este año al Encuentro de Historia Naval en Cartagena, Colombia, al cual asistiré en representación de la Sociedad Bolivariana de Panamá.
La declaración de independencia de Venezuela sigue, en el continente americano, a las de Estados Unidos (1776) y Haití (1804). Además de estas influencias externas—a las que hay que añadir la Revolución Francesa (1789)—hubo en Venezuela conatos independentistas anteriores a 1811.
Entre 1797 y 1799, tuvo lugar la conspiración contra el gobierno español liderada por Manuel Gual y José María España. Fue sofocada por los realistas y sus cabecillas tuvieron un fin trágico.
En 1806, Francisco de Miranda, el gran precursor de la independencia americana encabezó una expedición libertadora que intentó una invasión desde Haití. Aunque fue repelido, su acción avivó los deseos independentistas en esta sección del continente.
Cuatro años más tarde—en 1810—al tener noticias de que España había sido ocupada por Bonaparte, los caraqueños, siguiendo el ejemplo de otras ciudades americanas, crearon una Junta Suprema que depuso al capitán general y reclamó para sí el ejercicio de la soberanía. Inicialmente, adujo gobernar en nombre del depuesto monarca español.
Poco a poco, sin embargo, los partidarios de la independencia fueron ganando preponderancia. La junta convocó a un congreso general de las provincias venezolanas, la cual se instaló el 2 de marzo de 1811 con la asistencia de representantes de Barcelona, Barinas, Caracas, Cumaná, Margarita, Mérida y Trujillo.
Maracaibo, Coro y Guayana permanecieron leales a la monarquía, de acuerdo con la interesante documentación acopiada por la Fundación John Boulton y disponible en internet (fundacionjohnboulton.org).
Las reflexiones sobre nuestras gestas emancipadoras y eventos fundacionales nunca sobran. A más de 200 años de distancia, son oportunas para reafirmar los ideales de libertad sobre los cuales se crearon nuestros Estados, los valores republicanos que inspiraron esa creación y la motivación para realizar las aspiraciones de los patriotas, incumplidas en tantas partes de nuestro continente.
A los próceres venezolanos los impelía la idea de la soberanía popular, el concepto de que el poder emana del pueblo—no de un monarca absoluto o un tiranuelo advenedizo—y debe ejercerse para beneficio de la comunidad. Es una idea revolucionaria, en aras de cuya realización se derramó mucha sangre y a la cual, sorprendentemente, aún no se da cumplimiento en la mayoría de los países del mundo.
Según Freedom House, entre 210 Estados y territorios evaluados, solo 85 son “libres” o democráticos; 58 son “parcialmente libres”, y el resto—67—son “no libres”, o sea, dictaduras. Entre ellas, está Venezuela, con 14 puntos sobre una escala de 100, en la que un puntaje de 100 representa el mayor grado posible de libertad y uno de 0, el menor grado posible.
Para ponerlo en perspectiva, el puntaje de Panamá en esta escala es 83 (lo mismo que el de Estados Unidos); el de Uruguay, el más democrático de Latinoamérica, es 96, y el de Canadá, el más “libre” del continente, es 98.
Durante algunos años en el siglo XX, el sistema político venezolano tuvo características más democráticas. En 1978, 45 años atrás, Freedom House la clasificaba como una de las pocas democracias de América Latina.
Hoy, el país está sometido a un despotismo corrupto tan asfixiante y nefasto como el de la dominación española. Antaño era el supuesto derecho divino de los reyes el que justificaba la opresión. Hoy, se mantiene la dictadura sobre la base de un populismo que ya no convence a nadie y cuyo resultado ha sido el empobrecimiento generalizado y la emigración masiva.
La pobreza abarca a más de la mitad de la población en un país que posee las principales reservas de petróleo del mundo y las malas condiciones de vida han lanzado fuera del país a más de 7 millones de venezolanos (Reuters, 10 de noviembre de 2022). Algunos de ellos, como bien lo sabemos los panameños, arriesgan su vida en trayectos inseguros, inclusive a través del tapón del Darién, para acceder a mejores circunstancias.
Frente a estos hechos, las elecciones previstas para 2024 plantean la posibilidad de un cambio de régimen a partir de votaciones populares emanantes del principio de la soberanía popular por el cual lucharon los patriotas de 1811. No podemos abandonar al pueblo venezolano en su aspiración de elecciones libres como medio pacífico para superar las actuales vicisitudes.
El autor es politólogo e historiador, director de la Maestría en Asuntos Internacionales en Florida State University, Panamá, y presidente de la Sociedad Bolivariana de Panamá

