Haciendo referencia a la lengua partida que tienen las serpientes y su boca llena de veneno, los políticos dicen algo que significa lo contrario. O sea que, en línea con las características de sus genes, es normal que puedan mentir, engañar y robar, tal como lo externó Mark Twain hace muchos años.
Analizando eventos recientes, veamos cómo cada uno de estos tres verbos se ha estado desarrollando políticamente:
Mentir: Han tenido la desfachatez de decir que el Memorándum de Entendimiento se interpreta y comenta públicamente según el lugar y la audiencia a quien se dirige, importando un bledo lo que está escrito. En conferencia de prensa nos han dicho que el “paciero” utilizó en Gringolandia el lenguaje que los gringos querían escuchar, mientras que aquí, el Gringuillo dijo lo que quería que los panameños escucháramos. Tan burda explicación pretende disfrazar las mentiras.
Engañar: Expresan enfáticamente que en Panamá no hay bases militares gringas, sino bases aeronavales panameñas que ellos ocupan “temporalmente” por invitación. Además, aseguran que es “con pleno respeto por la soberanía y las leyes de la República de Panamá”, insinuando que se mantiene la soberanía en todo el territorio. El texto del Memorándum de Entendimiento claramente especifica los sitios en ambos lados del canal y áreas aledañas que han sido entregados a los militares, contratistas y a quien les dé la gana traer, para que desarrollen sus actividades, no solo las humanitarias, de defensa y entrenamiento, sino “cualesquiera actividades de otro tipo” así como “actividades cooperativas”. Entonces vendrán los comisariatos, clubes de oficiales y tampoco deberían faltar los kilombos para satisfacer las necesidades físicas de las fuerzas militares.
Lástima que en el anexo de “definiciones” no incluyeron una aclaración de los nombres con que se conocían anteriormente, dizque para que no nos enteráramos de que las bases militares volvían:
Aeropuerto Internacional Panamá Pacífico: era el aeropuerto de la base de Howard.
Base naval Vasco Núñez de Balboa: era la base naval de Rodman.
Base aeronaval Cristóbal Colón, con sus instalaciones y edificios: era el Fuerte Sherman.
Las tres instalaciones identificadas anteriormente se complementan con una cantidad de hectáreas en la ribera del canal, descritas en un anexo.
Desarrollar el tema de mentir es tan extenso, que solo me referiré a la palabra “soberanía” que los miembros del Cartel Buneau Varilla vociferan por todos lados que no ha sido mancillada. Parece que en su diccionario, perder la autodeterminación y ceder en las decisiones locales bajo presión (bullying) no tiene nada que ver con soberanía, como ocurrió con la salida de la Ruta de la Seda. Ahora que tenemos una definición distinta de nuestra soberanía —como ellos tomaron militarmente el control del canal en abierta violación al Tratado de Neutralidad y expulsaron las inexistentes fuerzas militares chinas del canal— entonces podemos recurrir a nuestra autodeterminación, o sea, tomar decisiones y hacer negocios con quien nos plazca siempre y cuando contemos con la aprobación de los gringos. Realmente nuestros gobernantes piensan que la mayoría que no los eligió somos una partida de tarados.
Robar: Como todavía siguen beneficiándose con los megaoperativos de cash back, como son las notarías y los consulados, les es normal seguir regalando el patrimonio fiscal panameño basándose en teorías y subterfugios que acomodan sus intereses y cubren la falta de agallas que tiene el Cartel de los Buneau Varilla y su capo.
En el parágrafo de mentir, describimos la cantidad de propiedades a las cuales se les otorga a los militares el “derecho de uso” por tres años prorrogables. Parte de esos bienes pertenecen a la Autoridad de Bienes Revertidos y a la Autoridad del Canal de Panamá. En el Memorándum de Entendimiento se establece una forma económica con efecto neutro, es decir, mis cuentas hacia ti serían iguales a las facturaciones que me haces. Entonces nos tocará pagar o subsidiar a las fuerzas militares que prestan sus servicios de toda índole a Panamá y la defensa del canal. Es un trato muy similar al que tenían cuando los gringos operaban el canal y que nunca reflejaba ganancias, pues todo se compensaba con el costo de sus huestes acantonadas en la extinta Zona del Canal. Pareciera que este sistema se diseñó para que nos desplumaran:
La ACP factura peajes por el paso de naves de guerra y por el alquiler de los bienes de su propiedad entregados a los militares para su uso, tales como la base de Rodman. A cambio, alguna entidad militar gringa le factura a la ACP por servicios imaginarios prestados, y las cuentas se compensan. O sea, no hay intercambio de dinero.
La Unidad de Bienes Revertidos es la titular de una extensa cantidad de terrenos y edificaciones que están entregando en usufructo a los militares —el Fuerte Sherman estaría incluido— a menos que en una de esas transacciones turbias haya sido traspasado o vendido a la ACP o a algún conglomerado gringo. Como no existe intercambio de dinero, la UBR le facturaría el alquiler a alguna entidad militar gringa, esta unidad militar gringa le facturaría por servicios imaginarios a la ACP, y entonces la ACP le pagaría al Tesoro Nacional —por cuenta de la entidad gringa— los valores equivalentes, lo que genera un efecto neutro para los gringos. O sea, que todo les sale gratis, causando perjuicio al patrimonio nacional y disfrazando el robo.
Estamos en una etapa incipiente de los efectos de ese Memorándum de Entendimiento, y nos aclararon los del Cartel Buneau Varilla que no es un tratado ni un contrato, sino un pedazo de papel firmado que cada parte interpreta como le parece, y hace públicas las declaraciones de acuerdo con lo que le interese escuchar a la audiencia a quien se dirigen. Cantinflas decía algo como: “¡Anteriormente estábamos mal, pero no lo sabíamos; ahora estamos mejor, porque sabemos lo mal que estamos!”
El autor es ciudadano.