La Organización Mundial de la Salud (OMS), fundada en 1948, es un organismo de la Organización de Naciones Unidas (ONU) cuyo objetivo es garantizar el más alto nivel de salud para todos los países del mundo.
Sus funciones incluyen coordinar respuestas a emergencias sanitarias, promover la investigación médica, establecer normas internacionales en salud y brindar asistencia técnica a los países que lo requieran. La OMS ha desempeñado un papel clave en la erradicación de enfermedades como la viruela, en la reducción del polio y el sarampión. También ha liderado campañas contra el tabaquismo, la malaria y el VIH/SIDA, además de establecer estándares para la calidad del agua y el aire.
Durante la pandemia de covid-19, la OMS coordinó esfuerzos globales para compartir información científica, distribuir equipos de protección y facilitar el acceso equitativo a vacunas mediante la iniciativa Covax. Sin embargo, la crisis sanitaria de 2020 y 2021 evidenció tanto sus logros como sus limitaciones, desatando un debate sobre la necesidad de tener reformas estructurales.
En su evaluación autocrítica, la OMS reconoció aciertos como la rápida declaración de emergencia sanitaria en enero de 2020 y la coordinación de respuestas globales. Sin embargo, admitió demoras en declarar la pandemia, deficiencias en la supervisión y recomendaciones iniciales confusas, como el uso de mascarillas. También señaló la falta de un marco jurídico para exigir a los países medidas de contención. Se le acusó de ser demasiado condescendiente con China, lo que pudo haber retrasado la implementación de estrategias más efectivas. Además, la falta de mecanismos para hacer cumplir sus recomendaciones dificultó una respuesta global unificada. A pesar de promover el acceso equitativo a las vacunas, Covax no logró evitar que los países ricos acapararan dosis de la misma, dejando desprotegidas a muchas naciones en desarrollo. Esto agravó desigualdades y prolongó la pandemia, facilitando la aparición de nuevas variantes de la misma.
Como conclusión, la OMS se plantea la necesidad de tener reformas profundas. Entre las propuestas destacan la creación de un mecanismo de financiamiento estable, ya que la dependencia de contribuciones voluntarias ha limitado su independencia y capacidad de acción. También ha sugerido fortalecer su capacidad para investigar brotes de manera rápida e independiente, sin depender de la cooperación de los países afectados.
Asimismo, se ha planteado mejorar la gobernanza de la OMS, con mayor transparencia en la toma de decisiones y una participación más equitativa de los países en desarrollo. Es fundamental fortalecer su capacidad para coordinar respuestas globales rápidas y efectivas, incluyendo la creación de un sistema de alerta temprana más eficiente.
En este contexto, la reciente decisión del gobierno de Estados Unidos y luego de Argentina, de retirarse de la OMS, por supuestos desacuerdos con las medidas propuestas por sus expertos en la crisis del Covid, genera preocupación y sorpresa: esta medida no solo debilita la capacidad del organismo para responder a crisis globales, sino que también socava la cooperación internacional en un momento crítico. La salida de Estados Unidos, uno de los principales contribuyentes financieros, podría afectar gravemente programas esenciales de salud pública. Por su parte, Argentina perdería valiosas oportunidades de cooperación para fortalecer su capacidad de respuesta ante emergentes emergencias sanitarias.
Esta decisión refleja una postura ultra-nacionalista que ignora la interconexión de las amenazas a la salud global. Las pandemias no respetan fronteras y la falta de colaboración entre países solo aumenta el riesgo de futuros brotes. Además, la retirada de estos países envía un mensaje peligroso, restando importancia a la salud internacional en la agenda política.
La OMS ha sido vital en la promoción de la salud en todo el mundo, pero la pandemia de Covid-19 expuso debilidades que requieren reformas urgentes, por lo que es esencial fortalecer su capacidad de respuesta, mejorar su gobernanza y garantizar un financiamiento estable.
La retirada de países clave como los Estados Unidos y Argentina, debilita la organización y pone en riesgo la salud global.
Retirarse de la comunidad internacional en temas de salud pública y por desavenencias menores por la forma en que enfrentó una crisis mundial nunca vista, es como querer curar un caso de acné facial con la decapitación. En sintesis, es una decisión profundamente irracional, autodestructiva y estúpida, una que eventualmente nos afectará profundamente a todos.
El autor es médico salubrista.