En situaciones de conflicto, es esencial considerar diferentes puntos de vista, necesidades e intereses, incluso cuando son opuestos a los propios.
Es de conocimiento nacional e internacional las nefastas declaraciones del presidente de Estados Unidos sobre la “recuperación” del Canal de Panamá y su famoso “take back”. Su política de diplomacia de las cañoneras o del garrote nos ha tocado, causando escozor, indignación y un profundo malestar entre panameños y extranjeros que aman y respetan a Panamá.
El Canal de Panamá es parte de nuestra identidad. Cada vez que un compatriota está en el extranjero y le preguntan: “¿De dónde eres?”, responde con orgullo: “De Panamá”. La reacción inmediata suele ser: “¡Ah! ¡El Canal de Panamá! ¡Mano de Piedra Durán!”. Un motivo de orgullo nacional.
Entonces, ¿cómo permitir que nos acusen de incumplimiento y mal manejo del Canal? Esta obra monumental es nuestra industria sin chimenea y aporta más del 12 % de la economía nacional.
Una mentira repetida muchas veces puede convertirse en verdad, sobre todo para quienes desconocen los hechos. Señor presidente de Panamá, con todo respeto, ¿dónde están sus estrategas para desmentir estas falacias y aclarar la realidad al mundo? ¿Quiénes saldrán a defendernos?
Recuerde que quien actúa primero suele tener la ventaja, y ya han comenzado del otro lado. Hay verdades contundentes de nuestro lado para contrarrestar estas mentiras, como decía un querido personaje panameño: “verdades de a puño”.
Es necesario salir sin miedo a la palestra, con respeto, estilo y diplomacia, sin el tono confrontativo al que nos han acostumbrado. Es crucial que el mundo sepa que una embarcación que transita por el Canal necesita entre 52 y 55 millones de galones de agua dulce, y que diariamente cruzan de 34 a 36 embarcaciones. Esto significa que el Canal requiere aproximadamente 1,980 millones de galones de agua dulce al día, una cantidad colosal que termina en el mar.
Mientras tanto, muchas comunidades en Panamá carecen de agua potable. Ese es el sacrificio panameño.
¿Cómo pueden decir entonces que el Canal no es nuestro? Entre 2007 y 2016, invertimos más de 5 mil millones de dólares en su ampliación, endeudándonos hasta la coronilla. Gracias a esa expansión, ahora transitan embarcaciones que transportan gas natural desde Estados Unidos. Ese también es sacrificio panameño.
En ambos extremos del Canal operan puertos de contenedores administrados por una empresa listada en el mercado de valores. Aunque de origen chino, tiene presencia en más de 54 puertos y controla el 13% de la capacidad global de contenedores. Su operación es similar a la de muchas compañías multimillonarias estadounidenses, europeas y de otras regiones.
El Canal que recibimos hace 25 años ha crecido exponencialmente en tecnología, capacitación, operaciones e infraestructura. Su seguridad, tanto laboral como operacional, es envidiable. ¡El Canal es 100% nuestro!
Señor presidente, durante las negociaciones de los Tratados Torrijos-Carter, un equipo de lujo, con conocimiento, diplomacia y educación, recorrió el mundo explicando la importancia de terminar con el enclave colonial y devolver el Canal a Panamá. Y se logró.
Cuando fue necesario sustentar la ampliación del Canal, también se conformó un equipo que explicó los beneficios a nivel nacional y logró consenso. Ahora necesitamos esa misma vocería oficial que hable con fuerza y respeto, para que el mundo conozca la otra cara de la moneda.
La autora es arquitecta.