Me dicen que, en la Asamblea Nacional, reposa una propuesta de ley para que el Estado reconozca la Feria Internacional del Libro de Panamá y le otorgue un aporte económico anual (por fin plata, no está mal la idea), pero no es suficiente: hace falta literatura en la Feria y eso no se da por ley ni por dinero.
Ya lo hemos dicho alguna vez: una Feria del Libro no es solo vender libros, es dotar de espacios de reflexión literaria, es procurar oportunidades para que la buena literatura nos visite, que podamos discutirla y disfrutarla, pero últimamente hemos tenido mucho puesto de venta de libros y muy poca literatura, lo que genera un serio problema para nuestra cultura.
Somos un país sabroso como destino turístico, pero no se nos toma en serio en materia literaria: nos hemos convertido en un lugar donde se venden libros y no en un país donde hablar de literatura; un país para que los escritores se vayan a la playa, pero no a una buena tertulia literaria. Tenemos muchos cafés y clubes de “lectura”, pero muy pocas citas con la literatura en mayúscula.
Si ahora hay plata del Estado (que somos todos) y la única supervisión que pedirán a la Cámara Panameña del Libro es económica pero no cultural (no literaria), estamos perdidos. Como en general nadie sabe diferenciar entre una venta de patio de libros de una verdadera Feria o festival literario, seguiremos convocando a los consumidores de libros (no lectores) a un bonito encuentro con el asombro de “escribir” que practican algunos, no con literatura de verdad.
Ojalá salga adelante la ley, y ojalá la literatura tome posesión de la Feria. Ya va siendo hora de que nos tomen en serio como literatura nacional, y eso no se consigue vendiendo libros solamente: se consigue procurando que la literatura sea el eje central de una cita tan importante para la cultura nacional y para nuestras letras.
El autor es escritor