Sigue asombrándome la similitud entre los carteles MAGA y Sanguijuela, tanto en su retórica como en sus acciones. La sesión del Comité de Comercio, Ciencia y Transporte del Senado de EE.UU. del martes 22 recordó mucho a las sesiones de las comisiones de nuestra Asamblea Nacional: se habla mucho y no se dice nada. Sirven para presentar propuestas mediáticas que adulan al capo del cartel respectivo, asegurándose así un lugar en la repartición de beneficios y acomodos. Como pueden ver, los sinvergüenzas abundan en todas partes.
Fue increíble el nivel de ignorancia exhibido, empezando por el senador que presidió la sesión, cuyo apellido recuerda a un crucifijo. La audiencia fue altamente manipulada para reafirmar todas las mentiras y desaciertos del capo, cuya única intención es justificar un intervencionismo en la política panameña, usando el Canal como pretexto para reemplazar a los operadores chinos en los puertos de Balboa y Cristóbal. La desinformación de esos senadores fue notable, al parecer ignorando que China opera en varios puertos clave de EE.UU., como Los Ángeles, Long Beach, Nueva York, Nueva Jersey, Seattle y Houston, estado de donde proviene el senador presidente del comité. ¡Tan parecidos a nuestros legisladores del cartel de las Sanguijuelas!
Con la política del garrote que están aplicando, no hay diplomacia que valga; solo buscan la sumisión total del agredido para evitar sanciones comerciales, deportaciones inhumanas de migrantes, cancelación de programas de ayuda y cualquier otra represalia que se les ocurra. Ahora mismo, Panamá está en la mira. Entre las opciones que se mencionan está convertirnos en el estado 51, un Estado asociado como Puerto Rico, aceptar una administración compartida del Canal o someternos a cualquier ocurrencia sin respeto a nuestra soberanía. Incluso, hay quienes advierten sobre una toma forzada del Canal. Si no contamos con un país aliado que imponga respeto, estaremos en serios problemas. No sería sorprendente que el mensajero “marcofulo” llegue con prepotencia, buscando regresar con una “gran victoria” a expensas de la dignidad panameña. Su capo la necesita para justificar que su narrativa no fue una simple farsa mediática. Lo mejor que podríamos hacer es dejarlo plantado y declararlo “persona non grata”, en línea con el lema del mero macho: “Con paso firme”.
Hasta ahora, el presidente Petro logró salirse con la suya al enviar aviones de la Fuerza Aérea Colombiana para recoger a los deportados sin esposarlos. El presidente de Paraguay llamó a la unidad para defender los valores democráticos, mientras que la presidenta de México dejó claro que su relación con EE.UU. será de “respeto y diálogo” y que “México no se subordina”. En contraste, la reunión urgente de la CELAC, programada para el 30 de enero, fue cancelada por “falta de consenso”, lo que indica que no habrá una reacción conjunta contra la política del garrote y que cada país velará por su cuenta. Panamá ha intentado evitar una confrontación directa, pero, señor presidente, tenga cuidado de no aceptar condiciones indignas para nuestra soberanía.
China ha desplazado a EE.UU. en América Latina gracias a su estrategia de inversión e infraestructura, mientras Washington ha generado antagonismo con su intervencionismo en asuntos soberanos. Ahora buscan frenar la influencia china en Panamá, presionando para cancelar proyectos como el cuarto puente sobre el Canal y el tren hacia David.
EE.UU. no solo actúa como si el Canal fuera suyo, sino que ve a Panamá entero como su propiedad. En el pasado fue el mayor inversionista, pero ahora China lo está desbancando. A nivel global, Huawei ha superado a iPhone y DeepSeek ha golpeado la hegemonía tecnológica de EE.UU., afectando las acciones de Nvidia, que en un solo día perdió cerca de 7,000 millones de dólares. Necesitan una victoria mediática y Panamá podría convertirse en su chivo expiatorio.
Estamos en tiempos convulsos y es fundamental contar con aliados estratégicos para disuadir a quienes aplican la política del garrote. No queremos ni debemos volver a una nueva “Canal Zone”, con cercas, policía propia y restricciones para los panameños. Ñagare comprometer nuestra dignidad y soberanía. Ya tenemos suficiente con el cogobierno interno como para sumar un tercer actor.
Recientemente, el Wall Street Journal publicó que Panamá está “…working to draw American investment…”, lo que evidencia la ignorancia generalizada al usar la palabra “American”. Parece que los estadounidenses creen que en sus documentos oficiales los designan como “US citizen” cuando, en realidad, los anotan como “American”. ¡Verdades verás, Pancho!
El autor es ciudadano panameño.
