La evolución tecnológica en Panamá muestra un inesperado y sorprendente avance en el campo de la robótica educativa, convirtiendo un antiguo sueño en una realidad tangible. Si bien la presencia de la robótica en el país tiene décadas, la reciente proliferación de proyectos y programas ha suscitado un interés creciente en este ámbito, generando un impacto de considerable envergadura tanto en el plano social como en el educativo.
Resurgiendo de las profundidades de una pandemia que nos ha mantenido sumergidos en la tecnología, para continuar con la educación, mantener vínculos sociales o desempeñar nuestras actividades laborales, surge una crucial interrogante: ¿de qué manera la robótica puede influir en el bienestar socioemocional?
En una encuesta llevada a cabo por Unicef en 2021 se revela que el 32% de los niños, niñas y adolescentes en Panamá experimentaron molestias en su salud mental como consecuencia de la pandemia de la covid-19. Considerando que este grupo etario se encuentra en una etapa de alta sensibilidad socioemocional, es imperativo reconocer que uno de los factores que contribuye a estas inquietudes es el vínculo y el uso desordenado de los dispositivos electrónicos.
La robótica educativa no solo impulsa el desarrollo personal y profesional, sino que también influye en el manejo de las emociones, proporcionando un enfoque constructivo para abordar desafíos, pues desarrolla la capacidad de tomar decisiones racionales y ofrece un espacio de esparcimiento saludable.
Ello contribuye de manera integral a ayudar a los jóvenes a enfrentar el estrés y la ansiedad de manera creativa y eficaz.
Durante esta fase formativa, se crean cimientos emocionales y cognitivos que influyen en la vida adulta. Una salud mental equilibrada proporciona las herramientas para enfrentar desafíos con resiliencia, fomentar las relaciones interpersonales y nutrir de manera sólida la autoestima.
Además, impacta positivamente en el rendimiento académico y estimula la creatividad.
La atención temprana y las medidas preventivas en salud mental pueden reducir significativamente el riesgo de trastornos psicológicos en la edad adulta, promoviendo una sociedad más resiliente y saludable.
Con la superación de la encrucijada que representó la pandemia y el retorno a la realidad presencial, han surgido programas destinados a controlar el apego a la tecnología y liberar emociones negativas como por ejemplo TechBalance, un proyecto que surge del Laboratorio Latinoamericano de Acción Ciudadana (LLAC) que, junto a investigaciones como la del psicólogo Jay Banksy, destacan cómo la falta de afecto en la crianza y la gestión inadecuada de las emociones pueden dar lugar a adultos con dificultades emocionales. En este contexto, la robótica educativa se presenta como un camino positivo para abordar el apego a la tecnología. Este campo multidisciplinario abarca disciplinas como la física, las matemáticas, el inglés, la electrónica y la ética, contribuyendo así al desarrollo de habilidades esenciales como el pensamiento crítico, la resolución de problemas, la creatividad y la capacidad para enfrentar desafíos técnicos de manera efectiva. Aprender a manejar la frustración y el fracaso constructivamente se convierte en un pilar fundamental para una salud mental robusta.
Según datos de Fundesteam, 964 equipos participaron en 16 regionales, en preparación para la fiesta mundial de la robótica, cuadruplicando la cifra de 2022, con un 32% de participación femenina.
El autor es egresado de LLAC 2023

