El diseño de la geopolítica imperialista estadounidense, en el marco del nuevo reparto del mundo, la lucha por la hegemonía global y el diferendo comercial con la República Popular China, anunciado durante la toma de posesión del presidente número 47 de Estados Unidos, afecta directamente los intereses del Estado panameño. Esto ha generado una enorme confusión, especialmente en el gobierno de la plutocracia corrupta y clientelista, así como en el oligopolio mediático ligado al poder económico en Panamá.
En este contexto, el debate sobre el carácter histórico del transitismo del país no ha sido culminado de la mejor manera para el proyecto de nación. Desde el descubrimiento del continente americano hasta la actualidad, el Istmo de Panamá se ha convertido en un eje central. Primero, como ruta del descubrimiento; luego, como plataforma clave para el desarrollo comercial de los colonizadores y, posteriormente, de los Estados nacionales que surgieron de las luchas independentistas, especialmente Estados Unidos. Hoy, el Istmo es un “conglomerado marítimo” y un nodo logístico internacional con grandes perspectivas de desarrollo nacional en el comercio global.
La oligarquía dominante en Panamá ha confundido la forma —la retórica mendaz de Trump— con el fondo: la política de hegemonía global, en la que el Canal de Panamá juega un papel estratégico. A partir de este error, y dado el carácter elitista del gobierno (que excluye a los ciudadanos y al pueblo panameño en general), la clase hegemónica local ha trazado una línea de defensa errada, creyendo que las mentiras de Trump pueden ser “racionalizadas” o desmentidas, como si fuera posible hacerlo entrar en razón.
Este enfoque, además de excluyente, es equivocado porque desvirtúa el verdadero propósito del “Destino Manifiesto”, que ha sido retomado por el imperialismo norteamericano en pleno siglo XXI.
En conclusión, la docencia patriótica, que busca justificar y empoderar a los panameños con argumentos sólidos sobre nuestro destino transitista, está más que justificada. Sin embargo, para enfrentar el hegemonismo imperialista estadounidense, centrarse únicamente en combatir la retórica de Trump es un error estratégico. El verdadero desafío radica en enfrentar su política imperialista de fondo.
El método correcto para abordar esta crisis existencial de la República, planteada por el desafío imperialista, es, sin duda, la unidad nacional y la solidaridad internacional, a través de la construcción de Unión Nacional de Defensa de la Soberanía y el Canal.Imper
¡Así de sencilla es la cosa!
El autor es abogado y analista político.
