El panameño, al escuchar el término Estado, lo interpreta como el gobierno o el grupo de hombres ensacados que pueden y deben resolver sus problemas. Curiosa interpretación; una visión útil y sencilla es que el Estado panameño es el conjunto de instituciones legítimas (gobierno) que realizan sus funciones en todo el territorio nacional, ejerciendo el poder otorgado a beneficio de toda la población panameña.
Como cualquier otro, el Estado panameño es como un ser viviente que mantiene una dinámica continua de expandirse o contraerse de acuerdo con el grado de progreso o retraso que tenga. Como lo menciona ****Griffiths****, siempre está en la búsqueda de lograr afianzar su institucionalidad y estructuras a beneficio de su población, pudiendo generar así un amplio consenso social, que es la fuente de su poder, con la finalidad de alcanzar sus objetivos nacionales y poder consolidarse como un Estado moderno. A esta acción se le denomina el proceso de consolidación del Estado.
Entonces, podemos concluir que el grado de consolidación del Estado panameño se medirá en base a la efectividad y resultados de sus instituciones democráticas en todo su territorio, a beneficio de su población.
Hablar de la seguridad y defensa de los intereses de la nación panameña es tocar un tema complejo, pero que a la vez da realismo a la siguiente máxima: “sin seguridad no puede haber desarrollo”.
Concluimos entonces que seguridad y desarrollo no son opuestos; al contrario, son interdependientes. De allí son lógicos los siguientes razonamientos:
1. A menor grado de consolidación o desarrollo del Estado panameño en su territorio, mayor será el espacio de poder cedido a los factores de inestabilidad, la inseguridad y los peligros a su población.
2. Por el contrario, mientras más robusta sea la seguridad y defensa de los intereses nacionales, mayor será el ambiente de paz y estabilidad necesarias para el desarrollo de la libertad y democracia, lo que traerá como resultado un mayor grado de consolidación y desarrollo del Estado panameño.
Cuando los beneficios del Estado panameño no llegan o no llegan de forma efectiva a todo su territorio, quiere decir que el Estado no está presente. Y cuando su presencia es débil o nula, el crimen organizado nace, se expande y se establece, desafiando los límites y controles internos, reduciendo la capacidad del Estado panameño y su poder para hacer cumplir sus leyes en su territorio, porque su soberanía no es efectiva.
Esto lo podemos apreciar en poblaciones alejadas en la frontera con Colombia, como mi pueblito, Bajolepe, Balsal, Sobiaquirú y Matugantí, donde la presencia del Estado es débil o nula, solo representada por el Servicio Nacional de Fronteras, la iglesia Católica y algunas giras médicas apoyadas por alguna autoridad tradicional en el caso de las comarcas indígenas.
Este escenario de poco grado de consolidación del Estado panameño, debido a su débil o nula presencia, le facilita a los grupos criminales transnacionales colombianos desarrollar su estrategia del dominio de territorios, rutas y poblaciones, y alcanzar su objetivo principal de lucrar a través de la comisión de delitos tales como tráfico de drogas, desarrollo de la minería ilegal en nuestros ríos, tala ilegal y tráfico de migrantes; todo con la participación inducida de miembros de la población que abandonan los medios legales de subsistencia como la pesca y agricultura, y ven al crimen organizado como la respuesta a sus problemas económicos.
Perspectiva
Cuando la población y el gobierno cumplen con sus deberes, el resultado beneficia directamente a la gobernanza positiva, es decir, la integración de todos los componentes de la nación panameña enfocados en una sola misión: el desarrollo de la nación panameña. En ese sentido, contribuir con el Estado y sus planes de seguridad es construir el desarrollo nacional.
El autor es abogado y master en seguridad y defensa.