Actualmente vivimos en tiempos acelerados: las decisiones se toman en segundos. Las reflexiones profundas ahora parecen un lujo del pasado. En medio de esta crisis, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró, el 25 de julio de 2019, el 5 de abril como el día para conmemorar uno de los pilares esenciales de nuestra existencia: la conciencia. Se preguntarán, “¿Qué significa realmente esta fecha y por qué es crucial reflexionar sobre ella, hoy, más que nunca?”.
El Día de la Conciencia no es muy conocido a nivel mundial, pero la importancia de su esencia trasciende cualquier etiqueta social. Se trata de un llamado a detenernos, cuestionarnos y analizar el impacto de nuestras acciones día tras día en los demás y en nuestro entorno. Sobre todo, en la actualidad, pues la desinformación abunda, la ignorancia es promovida y las decisiones colectivas se ven influenciadas por modas y emociones más que por razones lógicas. Ser conscientes se convierte en una necesidad urgente.
La conciencia va más allá de saber distinguir entre el bien y el mal. Es también la capacidad de ver más allá de lo evidente, de reconocer nuestras responsabilidades y de actuar con intención. En estos tiempos marcados por las crisis, nuestra percepción de la realidad y la falta de conciencia pueden llevarnos por caminos peligrosos. La falta de reflexión sobre nuestros actos nos convierte en piezas de un sistema que se mueve sin cuestionamientos, donde la superficialidad predomina sobre el pensamiento crítico y la responsabilidad personal se diluye en la masa. Nos enfrentamos a una era donde la inmediatez de la información nos da la falsa sensación de estar informados, cuando en realidad consumimos titulares vacíos sin profundizar en los hechos.
En el contexto panameño, la falta de conciencia se refleja en la población, afectando ámbitos socioculturales, ambientales, económicos y políticos. Según el Latinobarómetro, la confianza de los panameños en las instituciones democráticas aumentó del 42% en 2023 al 54% después de las elecciones de 2024, lo que demuestra cómo los procesos participativos pueden despertar la conciencia ciudadana, aunque aún queda un largo camino por recorrer para fortalecer el compromiso cívico.
Lamentablemente, muchos panameños desconocen qué sucede en nuestro país e, incluso, cómo se está viendo envuelto en problemas internacionales. Peor aún, muchos prefieren voltear el rostro o desconocer nuestra historia e identidad, insinuando que nuestra soberanía podría tener precio. Son muestras claras de inconsciencia que pueden generar daños irreparables a las actuales y futuras generaciones. La crisis de identidad nacional, la indiferencia ante los problemas estructurales del país y la falta de educación cívica son síntomas de una sociedad que ha olvidado el peso de sus propias decisiones.
Ser conscientes significa entender que nuestras acciones, por pequeñas que sean, tienen repercusiones. Desde el modo en que consumimos recursos hasta la forma en la que utilizamos nuestras redes sociales e interactuamos con los demás, todo deja huella. Reflexionar sobre ello nos permitirá no solo mejorar individualmente, sino también contribuir a un cambio social positivo. Ser conscientes es comprender que el cambio no llega de la noche a la mañana. Es producto de una acumulación de pequeñas decisiones con intención y propósito.
El Día de la Conciencia es un recordatorio de que no podemos seguir viviendo en piloto automático. No podemos permitirnos ser espectadores de la realidad, ni ceder nuestro destino a intereses que no nos representan. Es un llamado a despertar, a participar activamente en la construcción de una vida y una sociedad más justa, crítica y comprometida.
La historia nos demuestra que los grandes cambios no surgen de la indiferencia, sino de la acción decisiva de quienes se atreven a pensar diferente. Panamá necesita ciudadanos despiertos, críticos y dispuestos a luchar por un país justo y digno. No dejemos que la apatía nos consuma. ¡Abramos los ojos! Seamos una generación que transforme la conciencia en acción y la reflexión en un legado, antes de tener que pagar un precio más caro. No esperemos a que la falta de conciencia nos cobre facturas impagables. Actuemos hoy: el mañana depende de las decisiones que tomemos ahora.
La autora es egresada del LLAC 2022 y miembro de Jóvenes Unidos por la Educación.