La trampa de la pobreza: la estrategia política que tiene a Panamá en una crisis de integridad

La trampa de la pobreza es un evento en el cual los individuos se encuentran en situaciones que les hacen casi imposible escapar de la pobreza debido a la autoperpetuación de un ciclo de factores sociopolíticos que reducen la calidad de la educación, la salud y las oportunidades económicas. Al evento de mejorar las condiciones de una persona se le conoce usualmente como movilidad económica, la cual es posible que ascienda a través de mecanismos y herramientas adecuadas para escalar clases sociales o por eventos externos a la educación y los méritos, como la corrupción ylas prácticas antiéticas. Pero, ¿por qué seguimos eligiendo a quienes nos condenan al estancamiento?

Para entender mejor el concepto de la trampa de la pobreza en la sociedad panameña, debemos evaluar varios aspectos que contribuyen al estancamiento económico de los individuos. El primer evento es el otorgamiento de subsidios sin un plan real para ayudar a las personas a auto determinar su futuro. Los subsidios son pagados con el dinero de los contribuyentes —o los comúnmente llamados fondos públicos—, un concepto que puede significar que dicho dinero está para el uso de todos y sin muchos límites que los regulen. Se vuelve evidente el deterioro de las capacidades de los ciudadanos para ser independientes cuando se les limita a la entrega de ayudas que garanticen su subsistencia; pero, más allá de eso, sus oportunidades para crecer económica y profesionalmente no están a la par.

En circuitos electorales y distritos del interior del país, es muy común encontrar a poblaciones mucho más sosegadas frente a los malos manejos de dineros de los contribuyentes, el nepotismo y la politiquería constante de los políticos electos que buscan reelegirse. La falta de oportunidades empuja a los ciudadanos a entrar en un letargo social en el que su único fin es persistir. Además, es común ver cómo políticos en el interior logran amasar un nicho de votantes fieles que defienden sus acciones, no porque estén capacitados para dichos puestos, sino porque dichos políticos les ofrecen el pescado de cada día, mas no la caña; porque, de ser así, ya los votantes no necesitarían de ellos.

Otro evento particular es el dominio de la retórica respecto al desarrollo económico del país. Los políticos que mayor aceptación tienen en el país no son los más capacitados, ni aquellos que son bien vistos por el mayor número de panameños, pero sí por la mayoría de votantes en las dos últimas elecciones. Estos votantes han sido convencidos de que los métodos para atraer inversión extranjera en el gobierno de Ricardo Martinelli pueden ser replicados para incrementar el crecimiento económico nuevamente. Lo que gran parte de esos votantes ignora son los tantos casos de enriquecimiento ilícito, corrupción, pagos de coimas y malversación de los dineros de quienes pagan impuestos. Bajo la dominación de la retórica sobre la generación de más dinero en el país, el partido Realizando Metas logró ganar la presidencia para José Raúl Mulino.

La sociedad panameña sufre una crisis de integridad que no solo afecta la capacidad de las personas de auto determinar su futuro, sino que le quita la confianza necesaria que el sistema de justicia necesita para operar. La iniciativa legislativa presentada por un diputado del PRD para conceder amnistía a los condenados por los casos Blue Apple y New Business, y a los imputados por el caso Odebrecht, es una flagrante erosión al Estado de derecho, ya que destruiría completamente la idea de que la ley es igual para todos; debilitaría la poca institucionalidad que le queda al país ydañaría la reputación económica y política de Panamá en el ámbito internacional, especialmente cuando estamos en constante observación por organismos como el GAFI, la Unión Europea o el FMI.

No podemos olvidar que entre los imputados y acusados de los casos New Business, Odebrecht y Blue Apple no solo están incluidos los expresidentes Juan Carlos Varela yRicardo Martinelli, sino además los hijos de Martinelli, exministros como Demetrio “Jimmy” Papadimitriu, Jaime Ford, Frank De Lima y Federico Suárez, Aarón Mizrachi Malca (padre del alcalde capitalino), David Ochy, Salomón Btesh, Nicolás Corcione, Ricardo Francolini, entre otros. Ninguna democracia es perfecta, pero el apoyo a leyes blindaje que están hechas a la medida de personas que no han hecho más que destruir y saquear las instituciones del país nos acerca más a ser un Estado fallido que a mejorar nuestra situación económica. Es momento de que los votantes informados comiencen a hacer docencia del porqué el tiempo para mejorar nuestras elecciones es limitado.

El autor es internacionalista.


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