¿En serio que este nuevo escándalo nos sorprende cuando el despilfarro, incluso en el mantenimiento de una conexión tan crítica como el puente de las Américas, es algo cotidiano?
El cuento es largo y doloroso, especialmente cuando nos enteramos de que las vigas fueron adquiridas en el quinquenio 2009-2014 por el contratista y luego, producto de una modificación del alcance del proyecto, resulta ser que las vigas no son necesarias y deben ser “guardadas” en un patio solitario esperando el momento ideal. Para el autor intelectual, el cambio de gobierno fue el momento ideal para desaparecer las 600 vigas con un valor estimado de $3,000,000 en una operación que solo quedó al descubierto debido al uso de la tecnología satelital de una empresa privada y al interés por parte de algunos miembros de la prensa debido a lo descarado que ha sido. Ahora empiezan a aparecer vigas esparcidas por doquier en un intento por parte de los nuevos dueños de eliminar la prueba del delito.
Aunque estoy esperando con ansias escuchar un arreglo típico al estilo de “Lo que no da se deja” con ese característico humor panameño, la realidad es que este caso es una prueba fehaciente de cómo tener un Estado grande, torpe y despilfarrador, como el nuestro, no solo genera perjuicios a través de un sinnúmero de gastos innecesarios que todos terminamos pagando con nuestros impuestos, sino que se convierte en caldo de cultivo para la corrupción.
El concepto de tamaño del Estado, por ejemplo, para el Índice de Libertad Económica del Instituto Fraser, contempla áreas como el gasto del gobierno en comparación con el gasto total del país, el nivel de subsidios, la inversión por parte del estado relativa a la inversión total, el nivel de tasa impositiva porcentual y cuántas empresas estatales existen. Este ejercicio de ver la viga en el ojo propio en comparación con otros países nos lleva al entendimiento de cuál es la ruta de acción para lograr una economía más libre, más eficiente y al servicio de sus ciudadanos.
En el caso de las vigas, esto indica que todavía hay mucha oportunidad para ser mejores custodios de nuestros recursos, evitando así la necesidad de recurrir a préstamos para cubrir el déficit entre ingresos y gastos.
Podríamos decir que hemos mejorado en cuanto al tema de hierro viejo si hacemos “rewind” a un fallido puente sobre el canal que involucraba la suma de $100 millones por allá por los tiempos de la dictadura, pero estos son solo pasos iniciales en el camino a lo que queremos lograr como país.
Solo basta con mirar a los países del “Top 10″ en el Índice de Libertad Económica (países como Singapur, Suiza, Nueva Zelanda, Irlanda, Dinamarca, que en tamaño poblacional se parecen) con los que están en el sótano (Venezuela, Zimbabue, Siria, Sudán, Yemen) para ver por qué yo preferiría vivir.
El autor es director de la Fundación Libertad