No puede ser más obvio que Hegseth cumplió todos sus objetivos; no hay otra conclusión que sacar de lo leído y escuchado y, en verdad, lo temíamos. Con estos resultados, el gobernante norteamericano afirmará -como en efecto ya lo hizo- que ya empezó a “retomar el control” sobre la vía interoceánica. Una de las prioridades de Estados Unidos —reiteradas por Hegseth— es mantener la vía interoceánica libre de supuestas “injerencias extranjeras”.
Esta afirmación, en esta coyuntura, es hasta ofensiva: si la interpretación es correcta, ellos no se consideran ‘extranjeros’ en el territorio soberano de Panamá, por lo cual su injerencia sí es legítima. El punto es que los peligros de valor estratégico o militar esgrimidos son ficticios, de modo que el único riesgo es que la vía interoceánica sea convertida en un centro de correlación de fuerzas extrañas de cualquier índole.
En respuesta al tema de soberanía, Hegseth ‘reveló’ que el Canal está en Panamá y dijo que ellos acaban de rescatarlo de China. Así funcionan, no importa cuál sea la verdad, ni lo que piense el mundo. Aunque le cause sorpresa al gobierno de Estados Unidos, somos miembros de las Naciones Unidas, de su Consejo de Seguridad, de la OEA y de muchos más organismos multilaterales que ellos mismos. Dado todo esto, tenemos el imperativo de volver a los principios que nos trajeron a constituir esta nación libre, soberana y democrática; de repetir frente al mundo que afirmaremos la inviolabilidad e integridad de nuestro territorio ante cualquier intento de agresión, aunque no sea armada, y de que nos mantendremos lejos de conflictos continentales o extrarregionales que afecten los objetivos de nuestra nación. Contamos con múltiples recursos del Derecho Internacional que nos resguardan.
¿Qué se espera que entendamos de todo lo sucedido en estos días? Al rendirnos ante la desdeñable mentira del control de Panamá por la RPC, existe el peligro de que terminemos en acuerdos que cambiarán los límites que hay entre la llamada ‘cooperación regional en temas de seguridad y defensa’ y la neutralidad permanente del Canal de Panamá.
Más vale que revisemos microscópicamente el lenguaje diplomático que se utilice en todo, para no volver a los años de interpretación unilateral de nuestros tratados y acuerdos por parte de Estados Unidos. Las redacciones diplomáticas brindan espacio para introducir elementos comprometedores que conducen a conflictos posteriores.
En la conferencia pública de cierre, el ministro Frank Ábrego puntualizó correctamente lo que todos esperábamos escuchar. Lo hizo muy bien. No obstante, en su cuenta X nos había advertido que la visita de Hegseth era para llegar a importantes acuerdos que impactarían positivamente como socios estratégicos. Pomposa denominación esta, pero esa expresión es mucho más que lingüística: se trata de una alianza para lograr objetivos comunes compartiendo recursos y conocimientos, y asumiendo no solo los beneficios, sino también todos los riesgos.
Socios estratégicos no pueden ser tan desiguales; el poderoso tenderá a lograr sus objetivos a costa del débil, o a beneficiarse de su superioridad en otra forma.
Magnífica la afirmación de que en Panamá no habrá bases militares, pero queda el campo abierto para discutir la semántica del asunto: ¿se les llamará ‘campamentos de entrenamiento’? Si ya hay más de mil soldados de Estados Unidos en Panamá y Trump dijo que incrementará esa fuerza, ¿no se requerirá un Status of Forces Agreement (SOFA)? ¿Recordamos lo que intentaron con el CMA? Por las inspecciones que llevó a cabo el secretario de Defensa, supuse que el Pentágono estaría pensando en los centros Almirante Cristóbal Colón y Vasco Núñez de Balboa del SENAN (antes Sherman y Rodman), y ya anunciaron la firma de un Memorandum de Entendimiento sobre ello.¡Cuidado con meter el Área Económica Especial Panamá-Pacífico y afectar los usos logísticos de las otras áreas! Como he señalado antes, Panamá no tiene que ser ni intermediario político ni delegado militar de nadie, y la neutralidad del Canal no puede ser puesta en duda; estaríamos, efectivamente, cambiando límites bien establecidos.
Por último, las declaraciones oficiales (que no son ni conjuntas ni idénticas) y ‘acuerdos’ anunciados incluyen entre iguales al administrador del Canal de Panamá, cuya autoridad para semejante cosa no hemos encontrado. Además, en lo que se ve y no, se habla de acuerdos y entendimientos adicionales ya en curso, aún por conocerse. Hago estos señalamientos porque quiero a mi país y considero que no tiene por qué entrar a un concurso de simpatías o preferencias, sino manejar esto como cuestión de legitimidad y dignidad nacional.
El autor fue embajador ante las Naciones Unidas.