Las ‘luces’ del alcalde



El alcalde ilustrado dijo que las luces navideñas costarían 1.5 millones de dólares, que las anteriores habían costado seis, y que el ahorro, pues eso, saquen ustedes cuentas. De licitación no hablemos, para qué, huele a Navidad y las urgencias Santa Claus apremian; el pueblo quiere luces, desfile “tradicional” de Navidad y demás moderneces de gringos istmeños.

Lo que no dice —que es tener pocas luces y hasta tramposo— es de dónde sacó $1.5 millones cuando las arcas tienen menos $140 millones, lo que los llevó a suspender y luego volver a convocar por presiones un premio literario. ¿Dónde encontró la plata? Y eventos como la “Convención de Gaming” que organizó, ¿cuánta plata trajo a las arcas del municipio? El que pregunta no ofende.

El ahorro no existe, no coman cuento: nos gastamos $6 millones y ahora nos vamos a gastar $1.5 millones, pero es gasto, no es ahorro, porque la diferencia no nos la va a ingresar nadie.

Uno no “ahorra”, uno lo que hace es no gastar y esa es la única contabilidad que sirve en una casa, en un municipio o en un país: no hay plata y punto.

Pero el iluminado, con sus pocas luces —el taquillero mayor de la ciudad—quiere hacernos creer que necesitamos este desfile como los demás alcaldes del pasado: nos han “metido” una yuca buena en forma de “tradición” navideña, que nunca hemos tenido ni falta que nos hace.

Lo ciudadano sería no ir al desfile. Necesitamos infraestructuras, limpieza integral y sostenida, plata para obras de calado en nuestra ciudad, necesitamos un par de años de oscuridad navideña invirtiendo bien los recursos: nos haría mucho más bien que los runchos carros alegóricos de todos los años. Pero el alcalde es como la flamante ministra de Educación, que gastará la plata en laptops pata llevarlas a colegios sin luz ni agua. Estos dos iluminados amenazan con sumirnos en las más absurdas de las tinieblas de nuestra historia reciente.

El autor es escritor


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