Lecciones que Panamá no debe replicar del gobierno de Milei en Argentina



No cabe duda de que, independientemente de quién ganara los comicios presidenciales de Argentina en 2023, la economía del país necesitaría la implementación de un programa de reformas profundas para combatir la inflación descontrolada, reducir el gasto público, limitar la emisión de moneda, encaminar la economía hacia una mayor productividad y construir un sector público más eficiente y reducido. En la década de los ochenta, se vivió una situación similar en la mayoría de los países de América Latina, lo que obligó a implementar programas de ajuste de mayor o menor envergadura en todo el continente. Sin embargo, en la mayoría de los casos, se propuso que estas reformas se llevaran a cabo con un “rostro humano” (UNICEF, 1987), es decir, atendiendo las necesidades de los sectores más vulnerables y las prioridades estratégicas relacionadas con la formación y protección indispensables del capital humano.

Hay quienes promueven que en Panamá se deben emular las medidas de ajuste similares a las implementadas durante el primer año de gobierno de Javier Milei en Argentina. Antes se debe abordar de manera crítica algunas afirmaciones que no solo presentan una visión parcial de los resultados, sino que omiten efectos adversos significativos que estas medidas han tenido sobre el poder adquisitivo, el empleo, las pensiones, el sistema educativo, los derechos humanos, la igualdad de género y otras muchas dimensiones afectadas, en el país austral.

Impacto sobre el poder adquisitivo y la pobreza

Los observadores mileístas celebran la reducción de la pobreza del 52.9% al 38.9% en el tercer trimestre de 2024. Sin embargo, esto no toma en cuenta los efectos colaterales de las políticas de ajuste, como la reducción del empleo público y los recortes presupuestarios en áreas críticas. El periodista Jorge Fontevecchia señala que el problema con estas medidas es que los índices de pobreza suelen ser más sensibles a la inflación que a las reformas estructurales inmediatas. Aunque la pobreza disminuya en términos estadísticos, esto no necesariamente se traduce en una mejora sostenible para la clase trabajadora, especialmente considerando que la inflación sigue superando el 200% anual.

Por su parte, otros han sido críticos con el discurso oficialista, señalando que los datos de pobreza no deben analizarse únicamente desde la reducción porcentual, sino desde la percepción de las personas que ven deteriorado su poder adquisitivo. El periodista Jorge Asís ha argumentado que muchas familias sienten una “pobreza dignificada” en la que se les otorgan recursos mínimos, pero no se promueve una inclusión económica real. Además, los recortes en empleo público y programas sociales han profundizado la desigualdad, afectando tanto a trabajadores formales como informales.

Ajuste estatal y desempleo

La eliminación de 34,000 empleos públicos y el cierre de 200 áreas gubernamentales han sido presentados como logros de eficiencia fiscal. No obstante, el comentarista Marcelo Longobardi ha calificado estas medidas como “brutales”, ya que impactan directamente a las familias afectadas y generan un aumento en la informalidad laboral. Fontevecchia advierte que este tipo de austeridad suele agravar las desigualdades sociales, mientras que Asís ha alertado sobre un “conflicto social silencioso” que podría estallar debido al descontento acumulado.

Derechos humanos y salud reproductiva

Las políticas de ajuste de Milei han tenido un impacto negativo en los derechos humanos. Los recortes a programas de género y salud reproductiva han dejado a muchas mujeres y diversidades sin acceso a servicios esenciales. Se ha señalado estas medidas como “regresivas”, destacando cómo refuerzan desigualdades estructurales. Además, la falta de inversión en salud sexual y reproductiva, incluyendo el acceso al aborto legal y anticonceptivos gratuitos, afecta desproporcionadamente a las mujeres en situación de vulnerabilidad.

Sistema educativo y desigualdad

El recorte en los presupuestos educativos ha afectado la calidad y el acceso al sistema, perpetuando ciclos de pobreza. Se ha descrito esto como “un tiro en el pie”, ya que compromete el desarrollo de las futuras generaciones y la competitividad económica del país, mientras que otros subrayan que la desinversión en educación no solo aumenta la desigualdad, sino que también pone en peligro la cohesión social a largo plazo.

Relación con el entorno internacional

La postura unilateral de Milei hacia organismos regionales como el Mercosur y con el sistema intergubernamental, como las Naciones Unidas, ha debilitado las relaciones diplomáticas de Argentina. Longobardi ha advertido que este enfoque podría aislar al país, dificultando la cooperación en temas como el comercio y la seguridad regional. Además, la desconfianza internacional hacia las políticas erráticas de Milei ha complicado la negociación de deudas con organismos multilaterales, lo que podría agravar la crisis económica.

Polarización y convivencia social

El discurso extremo y descalificador de Milei hacia sus opositores y críticos, y a los medios de comunicación, ha fomentado la polarización, dividiendo al país en bandos irreconciliables. Longobardi ha destacado que esta estrategia de “deslegitimación del adversario” contamina la convivencia diaria y dificulta el diálogo político. Esto también ha generado tensiones entre provincias y el gobierno central, exacerbando conflictos históricos y aumentando el descontento en las regiones periféricas.

Conclusión

El modelo de gobierno de Javier Milei, basado en la austeridad extrema y la reducción del Estado, matizado con su enjundia autoritaria y afectación grosera, ha tenido un impacto profundamente negativo en la calidad de vida de los argentinos, afectando derechos humanos, igualdad de género, educación y cohesión social. Si bien algunos indicadores macroeconómicos pueden parecer alentadores, estos resultados no justifican los costos sociales y políticos asociados.

Panamá debe tomar estas lecciones como una advertencia. La construcción de un país equitativo y sostenible requiere un equilibrio entre disciplina fiscal, inversión en áreas estratégicas como la educación y la salud, y un respeto profundo por los derechos humanos y la equidad social. Emular el modelo de Milei podría traer consecuencias desastrosas para la cohesión social y el desarrollo a largo plazo en Panamá y aún más ahora que el país enfrenta una situación compleja en el plano internacional que requerirá reconstruir y fortalecer la concertación política y social y la unidad nacional.

El autor es médico salubrista.


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