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Leoncio Obando o el fantasma de la luz

Estos días que acaban de pasar nos trajeron la mala noticia de que el poeta Leoncio Obando ha muerto. Conocí a Obando al inicio de la década de 1990 en un Encuentro de Jóvenes Escritores. Era un hombre risueño y desgarbado, con una barba descuidada y graciosa que pretendía darle un aire de bohemio. De vez en cuando decía un chiste malo, pero su conversación radicaba en temas de la poesía y de las cosas del arte que nos preocupaban a todos en esos años de post invasión. Con el tiempo lo clasifiqué y lo encasillé en un nicho de la penumbra: el fantasma de la noche o el poeta maldito. Jamás se enojó por el calificativo y lo aceptaba con una sonrisa maligna. Obando pertenecía a una generación de poetas contestatarios que hacían una poesía de resistencia social.

Leoncio Obando Quintero nació en Lídice, Capira, el 15 de agosto de 1959 y falleció el viernes 12 de mayo de 2023. Amaba mucho su terruño y siempre hablaba del área oeste con mucho orgullo. Tal vez la región de esta patria ingrata no fue muy generosa con él, como no lo ha sido con muchos escritores; pero aun así, Obando sentía un profundo cariño por su tierra y su país. Fue periodista de profesión y trabajó en relaciones públicas en algunas instituciones del gobierno, donde tampoco fue reconocido.

Algunos de sus poemas, relatos de suspenso y artículos quedan dispersos en los periódicos del país y en la revista cultural Maga. La voz de las tinieblas fue su primer libro de poesía, con el que obtuvo el Premio León A. Soto 1991. Tuve el honor de dedicarle un estudio a este poemario que publiqué en La Prensa el lunes 24 de mayo de 1993. El libro se imprimió en 1992 en la Impresora de La Nación del antes Instituto Nacional de Cultura, bajo una colección llamada Nuevas letras de Panamá, cuyo objetivo era rescatar a los talentos jóvenes y que, desafortunadamente, junto con otras colecciones, desapareció.

De este primer libro quisiera recordar unos versos que me hicieron apodarlo el poeta fantasma de la oscuridad: “A estas horas / el cementerio / es una solitaria ciudad / de ensombrecidas almas / y de multiplicados seres. / Las hojarascas de la bruma / circundan lápidas / del osario / solemne y misterioso / como templos lejanos. / Y quisiera ver / de entre aquel asidero / sepulcral, / emerger / la dulce imagen sideral / que venero”. Ahora que lo releo (¿será que hace falta morir para que nos lean?) descubro que su poesía era un discurso de horizontes y atardeceres, de sueños y quimeras, que se escondían en imágenes de panteones y obituarios; esto es lo bello de la poesía y el poder que tienen los poetas al tomar la palabra: “Con los días / el aliento se hará en la flor / que prende el cielo / con su aroma”. ¿Acaso no hay luz en estos versos?

Leoncio Obando también mereció mención honorífica en el Premio de Poesía Gustavo Batista Cedeño, en 1994, con un poemario titulado La mágica alcoba y el segundo premio en el IPEL con el libro Canto inmemorial, en 1994, y otra mención honorífica en el premio Maga de Cuento Breve con su obra Las cosas de la calle M. En 1988, publicó Estudio y presentación del poeta Julio R. Martínez. En el libro Los fantasmas del alma y un relato insólito, que publicó la Editorial Universitaria en 1996, recoge las menciones honoríficas arriba citadas.

Sobre esta obra, la catedrática de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Panamá, Patria C. de Pousa, destacó: “Esta obra parece abrir camino a una densa y asombrosa fuerza imaginativa donde se funde el prosaísmo de la vida cotidiana a la magia verbal de la poesía. Las alusiones a tan heterogénea tradición literaria [Calderón, Doyle, Vallejo, Sábato, Pirandello] definen el perfil cultural del joven autor; de allí que la huella técnico-artística de aquella se pueda percibir ampliamente en los lineamientos estéticos de esta excelente creación poética. Aquí, donde la rosa es lo diurno y la poesía es la noche...”

Además, en Los fantasmas del alma y un relato insólito, aparte del cuento de corte inquietante que hay al final del libro (Obando escribió historias policivas y de misterio), hay un artículo titulado Sobre la estructura del cuento como medio de comunicación social, que Obando leyó en el Festival Iberoamericano de Literatura Infantil, el 18 de agosto de 1993, donde podemos tener una idea de su concepto de la literatura como espacio de construcción de comunicación y la responsabilidad social del escritor: “(…) Sólo el tiempo y las futuras generaciones podrán definir qué es y no es de valor estético, conceptual o intrascendente. El cuento es el reflejo de la naturaleza, a través de ‘tipos’, descriptivo o narrativo o bien psicológico; refiriéndonos a la indagación del subconsciente, el espíritu, la conciencia del ser y sus profundidades y el mundo de las revelaciones oníricas. El escritor debe ser y no ser, porque todo parte de uno mismo, del ‘deseo’ de comunicar…” Con estas palabras nos quedamos y recordaremos al poeta de Capira y fantasma de la luz.

El autor es escritor


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