Veo a Ricardo Martinelli salir en las noticias mostrando libros. Libros inútiles, que solo sirven por el título, y qué lástima que no hubiese pensado antes de gobernar en leerlos y hasta en tener un programa de televisión donde mostrarlos sin esposas. Son libros que se muestran al aire para mandar un mensaje, recordando las viejas dedicatorias de canciones de amor en la radio: “para Fulanita, de parte de quien solo ella sabe”.
Steiner decía que “la experiencia de un libro es la más peligrosa y la más apasionante que hay”, claro, en los libros tenemos de todo, desde lo sublime hasta lo perverso. Pero hay que leer con criterio y parece que el señor Martinelli ha sacado lo peor de ellos, miren si no dónde está. Eso suponiendo que leyera alguno de verdad, que para el caso es lo de menos.
Los títulos, dicen algunos de sus cercanos, son mensajes para “quienes solo ellos saben” y yo quiero sumarme a su juego y le saco unos títulos a él y a sus seguidores para que se sientan aludidos o se sienten a leer: El efecto Maquiavelo, por las motivaciones; Panamá Split, por la situación en que nos ha dejado y continúa; Ojos para oír, para que preste atención y El ahogado, como una suerte de profecía.
La ignorancia militante es el motivo de esta relación insana con nuestras instituciones y parece no importarnos. Nos estamos convirtiendo en un país sin memoria, con apenas rumores de nuestra historia reciente. Mostrando libros no vamos a ninguna parte, hay que leerlos, hacerlos útiles, para llegar por lo menos al criterio y de allí, quizás, a la libertad.
El autor es escritor
