Tienes 55 años de edad, has desempeñado posiciones ejecutivas relevantes en los últimos quince años y estás orgulloso de una carrera profesional de más de treinta años. Tienes la hipoteca pagada y tus hijos ya son profesionales que recorren su vida laboral. Un día te llaman y te invitan a “jubilarte”, a pesar de que no tienes aún edad de jubilación. Más allá de los temas emocionales que este tipo de situaciones conlleva y la liquidación que sabes que vas a cobrar, es siempre un momento de incertidumbre; no obstante, también puede convertirse en una gran oportunidad para dedicarte a actividades productivas que no habías podido llevar a cabo, pero que siempre deseaste hacer, siempre y cuando te hayas ocupado de prepararlo y planificarlo con anticipación.
Un dato relevante y preocupante es que, según un informe del 2019 de la Society of Actuaries, solo el 29% de los encuestados en América Latina había tomado alguna iniciativa relacionada con la planificación de la jubilación. Es decir, más del 70% no había planificado este escenario. ¿Pensarán que la seguridad social es quien asumirá esta responsabilidad? La teoría diría que sí, por lo menos en lo económico y en temas de salud, pero dejar eso en otras manos es , por lo menos, ingenuo.
Considero que corresponde a cada uno la responsabilidad de liderar esa hoja de ruta y acción para que el momento de la jubilación, voluntaria o forzada, no sea un tema de tensión ni un problema para los que nos rodean. La clave radica en que todos debemos ocuparnos de gestionar nuestra planificación patrimonial, con el objetivo de lograr una independencia económica. ¿Cómo comenzamos? Siendo capaces de ahorrar parte de nuestros ingresos para poder invertirlos y que esa inversión sea la principal fuente de ingresos a futuro, cuando el salario quincenal ya no sea la opción más probable. Los pasos a seguir son pocos, pero el primero es el más importante: tener un presupuesto familiar realista y ajustado a nuestros ingresos, en el que el ahorro para ese fondo patrimonial sea un gasto fijo y relevante.
Para cerrar, comparto una gráfica muy interesante incluida por la Superintendencia de Bancos en su presentación anual del 2024. Muestra el nivel de endeudamiento de las familias panameñas, que tiene un ratio promedio de 44.2%, con algunas variaciones según el nivel de ingreso familiar. En el análisis surgen algunas preguntas: ¿es posible ahorrar para invertir si tengo el 44% del ingreso comprometido en el pago de deuda? Si la deuda es una hipoteca para la casa familiar o un activo hipotecario para alquilar, la respuesta es sí, dado que es una forma de ahorrar. Si esa deuda estuvo destinada a gasto corriente o consumo, la respuesta es no, y has disfrutado hoy lo que tal vez necesites mañana. Comienza hoy a planificar tu futuro de manera más consciente y segura.

El autor es experto es banca, finanzas e inversiones.