Panamá sale y entra y sale periódicamente de las listas de la OCDE, GAFI, Unión Europea, Fondo Monetario Internacional y algunos países. Las diferentes administraciones han realizado esfuerzos unas veces competentes, acertados y airosos, otras veces incompetentes, erróneos y serviles. Siempre costosos, con el telón de fondo de la falta de una política de defensa de los servicios internacionales que lleven a cabo de manera consistente gobiernos honestos y diligentes. En este conjunto de situaciones es poco probable que Panamá deje de estar en alguna lista, y que en tales casos pueda salir. El Ministerio de Economía y Finanzas deshoja continuamente la margarita. Como en una pena de amor: salimos o no salimos?
Peor aún que las listas y sus efectos es la incapacidad para aplicar medidas que neutralicen las presiones o que compensen al país por las lesiones a su economía que causa la entrega de la confidencialidad de la información y la renuncia a las ventajas de competencia tributaria.
Durante un cuarto siglo los gobiernos, los proveedores de servicios bancarios y legales, y algunos medios de información de Panamá se han confundido a sí mismos y a la población desconociendo por ignorancia o incompetencia, que no puede ponerse orden con el extranjero si no se pone orden con el propio país.
Se trata de una contradicción abismal, sistémica, fundamental: no se puede tener la casa limpia para los de afuera, mientras que se la mantiene sucia e inmunda para los que nacimos, vivimos y moriremos aquí.
Nunca cumpliremos con las listas externas si no ponemos antes orden en nuestro patio interno, si no tenemos nuestra propia lista interna de delitos y establecemos los mecanismos y el plan para erradicarlos. Si no combatimos los cientos de delitos económicos y de corrupción que agobian al panameño.
Y para dejarlo claro, no hablamos de utopías. Estas listas ya existen e incluso están sistematizadas y a disposición de los ciudadanos decentes de Panamá. Se detallan en los cientos de formas en que miles de panameños que no trabajan bien o no trabajan roban a cientos de miles de ciudadanos decentes que sí trabajan bien y no roban. Poder Ejecutivo, Asamblea Nacional, Poder Judicial, Ministerio Público, Tribunal Electoral, ministerios otros organismos gubernamentales, algunos proveedores de bienes y servicios privados en colusión con los Gobiernos corruptos, succionan por acción u omisión al panameño decente el producto de su esfuerzo honesto.
Fuentes de robo en orden de importancia, de acuerdo con recopilación reciente, son en orden de magnitud los organismos estatales-por mayoría abrumadora- los proveedores de bienes y servicios privados (abogados, médicos, constructores, etc. ), los diputados, el sector educativo, los partidos políticos, el Tribunal Electoral, el transporte público de pasajeros y de carga, la Caja del Seguro Social, las empresas de utilidad pública públicas y privadas, los representantes de Corregimientos, los gobiernos municipales, los sindicatos y otras organizaciones similares, la Contraloría General de la República, los bancos y empresas financieras, y los propios ciudadanos. Incluyen la propuesta de eliminar los mecanismos de masoquismo electoral y político usados el panameño para escoger a quienes le roban, e incluso les pagarles para que les roben.
Todavía no es necesario armarse de sogas, dejar de pagar los impuestos, quemar las oficinas públicas ni incrementar los actos de desobediencia civil.
Aspira usted verdaderamente a que los ciudadanos decentes elegidos y los ciudadanos decentes que vigilan su desempeño, hagan que Panamá emprende y logre la construcción y reconstrucción moral, cívica, política, económica y social? Examine el Plan para hacerlo, de 35 puntos.
El autor es ciudadano