Los falsos idóneos en Panamá



En el mundo del “titulismo” en Panamá, cada minuto cuenta, no por estar en un aula de clases física o virtual quemando neuronas, sino por obtener un diploma a toda costa, disponible a una llamada de distancia o una compra en línea, buscando la seguridad que otorga un buen tarjetazo. Basta con hacer un ejercicio en la web y la oferta diseñada para producir analfabetas titulados supera la capacidad de elección de los usuarios de estos servicios, quienes sueñan con ser grandes eruditos y profesionales sacados de un mágico sombrero. Incluso, como se demostró recientemente en la Asamblea Nacional, no se requiere de un bronceado en Hawái para que te llamen doctor, y como en la película Charlie y la fábrica de chocolates de 1991, controlar la producción de doctores en serie siempre será un desafío.

En ocasiones, cuando el prestigio de lo que queremos aparentar supera lo que realmente somos, aparece el síndrome del autodenominado Rey del Pop. El marketing sobre nosotros mismos no depende de quiénes somos o de nuestros resultados, sino de lo que contamos a los demás sobre nosotros. Y cuando la ficción contrasta con nuestro relato, podemos superarlo titulándonos. No somos lo que estudiamos; el estudio solo pule nuestros dones y talentos. Sin embargo, con la tecnología, la proliferación de títulos de dudosa reputación se ha vuelto un mal endémico en nuestro país. Basta recordar cómo en 2023, por 500 o 600 dólares, imprimían títulos y créditos de reconocidas universidades nacionales, lo que constituye un delito contra la fe pública en la modalidad de falsificación de documentos.

Recientemente, en el hermano país de Ecuador, hackers registraron 366 títulos universitarios falsos en las bases de datos del sistema informático de la Secretaría Nacional de Educación, por un costo promedio de mil dólares. Y no faltaba más, por unos pesos adicionales, obtenías un PhD por 10 mil dólares. En este y muchos otros casos, el precio del paquete puede incluir la entrada a la base de datos, registrar el diploma y créditos, crear una vida universitaria en asociaciones estudiantiles y, si subes la apuesta, te certifican Summa Cum Laude. ¡Qué maravilla, todo lo que el dinero puede comprar!

Sin menospreciar la labor que realizan el Ministerio de Educación, el Consejo Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria de Panamá., el Ministerio Público y, en alguna medida, la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, Panamá debe reforzar aún más la depuración de los charlatanes titulados en el sector académico, instituciones del Estado y la empresa privada. Nadie quiere ser atendido por un médico como el recordado caso de 2015, en donde el Consejo Técnico de Salud del Ministerio de Salud observó que el famoso pediatra no estaba asociado a ningún número de idoneidad profesional, ni como especialista ni como médico. Tampoco por el grupo de graduados de medicina de México acusados penalmente en los años 90. O, ¿quién quiere vivir en un edificio diseñado y construido por una de las 42 personas que ejercían de manera ilegal las profesiones de ingenieros y arquitectos con títulos fraudulentos que fueron suspendidos por la Junta Técnica de Ingenieros y Arquitectos (JTIA) en 2018? O si tu libertad física depende del escrutinio de un letrado jurídicamente analfabeto, ejerciendo como magistrado durante 16 años con un título falso de una universidad colombiana e impartiendo justicia. Lo anterior demuestra la vulnerabilidad de nuestro sistema, lo que no mejorará mientras cada panfleto, folleto o tríptico se califique como producción intelectual para ganar puntos en algún concurso o base de datos. Estaremos siempre un paso atrás de las demandas de la economía del conocimiento.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, en un informe de 2022 sobre títulos falsos, encontró entre sus hallazgos clave que alrededor del 30% de las universidades en línea son instituciones fraudulentas y se originan en países con regulaciones laxas en educación superior. La Asociación Internacional de Registradores y Oficiales de Admisión Universitaria (AACRAO) estimó en 2023 un aumento del 20% en intentos de presentar títulos falsos en procesos de admisión y empleo, en comparación con 2022. Una investigación publicada por la revista Forbes en 2023 reveló que en Estados Unidos, 7.600 enfermeras obtuvieron sus certificados en empresas que falsifican estos documentos, solo para citar un ejemplo. Cada vez encontramos más indicadores de alta concentración, como la posesión de muchos títulos por una misma persona. Aunque es perfectamente posible, algunos estudiosos de la integridad académica piensan que no es normal, y coincido. En 2023, un estudio del Consejo para la Acreditación de la Educación Superior (CHEA) en Estados Unidos presentó estadísticas sobre la prevalencia de títulos falsos en el mercado laboral estadounidense, estimando que existen más de 3,000 sitios web que ofrecen títulos falsos no acreditados en profesiones como la medicina y la ingeniería, revelando que el 25% de las instituciones de educación superior en el país han detectado intentos de admisión con títulos falsos en los últimos cinco años.

En este contexto, urge mejorar nuestra salud académica, y esto es responsabilidad de todo el ecosistema empresarial, institucional y académico, donde ser laxos ya no es una opción. Podremos decir que es un debate importante, pero no prioritario; sin embargo, es la manifestación de un problema recurrente: la baja calidad de la educación en Panamá.

Muchas personas al leer este artículo se pondrán nerviosas. Imagino que vivir en la zozobra y a la sombra en un país tan competitivo como Panamá, con el miedo a ser descubierto, puede ser muy difícil. Aunque sé que, si apretamos los controles, la verdad de muchos saldrá a la luz. Cuando se trata de la vida, la salud, la educación y la libertad física de un panameño o panameña, esta mala práctica, aparte de ser un delito ya tipificado en la ley vigente, se convierte en una terrible violación de los derechos humanos e incluso en un problema de seguridad nacional. Si superamos las famosas dobles y triples titulaciones de imprentas digitales que algunos profesionales exponen como mazo de barajas, tal vez en el juego de la vida te salga o no el joker, que puede ser tu salvador o tu perdición, la suerte o tu ruina. Porque un analfabeto con título de garaje no es más que un riesgo para la seguridad pública del país. “Operación Panamá: diploma seguro”, para mañana es tarde.

El autor es sociólogo


LAS MÁS LEÍDAS