Los primeros 100 días ¿valió la pena?



En la última semana, los políticos de turno han estado hablando de un tema que no solía mencionarse en otros periodos: los primeros 100 días de gobierno.

Este plazo es importante tanto para el gobierno entrante como para la percepción pública y política de su mandato, ya que representa aproximadamente el 5% de un mandato de cinco años. Aunque el concepto no es nuevo, se popularizó durante el gobierno de Franklin D. Roosevelt, presidente de Estados Unidos entre 1933 y 1945. Para contrarrestar los devastadores efectos de la Gran Depresión, Roosevelt utilizó los primeros 100 días como una estrategia clave.

Aunque en este lapso es poco lo que puede lograrse en términos de cumplimiento de objetivos estratégicos, tiene un significado político trascendental. Los primeros 100 días de un gobierno suelen considerarse como un termómetro informal que indica cómo será el desempeño de la administración en el resto del mandato. Además, permite ver qué líderes tenían un enfoque claro desde la campaña y quiénes esperaron hasta asumir el cargo para comenzar a delinear su plan de acción.

Este periodo puede aprovecharse para consolidar el apoyo popular, capitalizando el entusiasmo post-electoral y proyectando una imagen de cambio y eficiencia. Aunque a veces se percibe como un “periodo de gracia”, las críticas de la opinión pública dependerán de si el gobernante ha sido electo por primera vez o ha sido reelecto.

Para los recién llegados, los primeros 100 días son cruciales para ejecutar acciones que no solo marquen su mandato, sino que también contribuyan a la construcción de su imagen. Una estrategia bien ejecutada en este tiempo puede ayudar al político a ganar terreno ante la opinión pública, al trazar el camino que seguirá durante su mandato.

Este periodo es una oportunidad para iniciar la implementación de las promesas de campaña, desarrollar alianzas estratégicas entre los distintos órganos del Estado, y fortalecer la credibilidad política y la base de apoyo del nuevo gobierno. Las acciones deben centrarse en resolver los problemas prioritarios de los ciudadanos, como la salud, la educación, la creación de empleos, el desarrollo económico y la seguridad social, demostrando así la capacidad de ejecución y liderazgo del nuevo equipo.

Por el contrario, no es recomendable malgastar recursos en leyes u obras que no sean de primera necesidad, especialmente cuando la población exige cambios urgentes. Los primeros 100 días suelen estar marcados por una intensa cobertura mediática, y es crucial aprovechar este interés para comunicar de manera efectiva los logros y decisiones, sin esperar hasta el final del plazo para hacer un balance de la gestión.

No obstante, este periodo también conlleva desafíos, como la presión por obtener resultados rápidos, lo que puede llevar a tomar decisiones precipitadas y cometer errores. Es importante recordar que los cambios toman tiempo, y la falta de resultados inmediatos puede generar frustración entre los simpatizantes. Además, el gobierno debe lidiar con la burocracia, la resistencia interna y externa, y posibles crisis imprevistas que pueden desviar la atención de su agenda principal.

Un ejemplo de gestión eficaz en los primeros 100 días es la de la Alcaldía de San Miguelito, que recaudó casi tres millones de dólares en impuestos en tres meses, pagó la deuda con la seguridad social dejada por la administración anterior y comenzó a mejorar la recolección de basura, uno de los problemas más graves del distrito. Paralelamente, la alcaldesa y su equipo han trabajado en temas críticos como la seguridad, el transporte, el medio ambiente, el bienestar animal y la recuperación de espacios públicos, manteniendo los valores de comunicación efectiva, trabajo y compromiso que caracterizaron la campaña de Irma Hernández bajo el eslogan “San Miguelito + bonito”.

Aunque los primeros 100 días no definen todo un quinquenio, sí son un indicador clave de la capacidad de los gobernantes para cumplir sus promesas y dirigir al país. El éxito en este periodo puede generar un fuerte impulso para el futuro, mientras que los errores pueden ser difíciles de superar. Por eso, muchos líderes concentran sus esfuerzos en lograr avances significativos durante esta etapa, conscientes de que la percepción de sus primeros 100 días puede tener repercusiones duraderas.

Comunicador y estratega político



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