Ahora que se acerca otro aniversario del fusilamiento de Victoriano Lorenzo, es oportuno recordar que su lucha no estuvo motivada por ningún afán separatista de Colombia, como señalan erróneamente algunos. Tampoco tenía objetivos políticos claros, aunque evidentemente militaba bajo la cobertura del Partido Liberal y luchaba contra los conservadores en el gobierno de Bogotá y de Panamá.
Victoriano quizás sufrió del mismo defecto de otros líderes campesinos-indígenas latinoamericanos, como Pancho Villa o Emiliano Zapata, a quienes antecedió; carecía de un programa político de gobierno específico para, desde el poder, resolver el problema que le motivaba: la defensa de la tierra de la que estaba siendo despojado su pueblo.
El historiador Mario Molina, en su libro Chiriquí en sus fronteras de producción, explica cómo a lo largo del siglo XIX los ganaderos terratenientes fueron despojando a las comunidades indígenas de Bugaba, Boquerón, San Pablo, Dolega, Gualaca, etc. de sus tierras comunales (El Común) que les habían sido respetadas por las autoridades españolas hasta la independencia.
Armando Muñoz Pinzón (Las sublevaciones campesinas de Azuero en 1856) aborda las frecuentes guerras civiles que enfrentaron a terratenientes coclesano-veragüenses contra minifundistas de Azuero a mitad del decimonono, motivadas por abusos en las cargas fiscales, el control político y la tierra.
Jorge Conte-Porras (Meditaciones en torno a Victoriano Lorenzo) cita una carta del obispo Fermín Jované (1890) que prueba que está al tanto del problema, lo que no significa que haya hecho nada al respecto; un memorial (30/1/1891) firmado por 100 indígenas de Penonomé, entre ellos Victoriano, quejándose contra los abusos del regidor de Capira Pedro Hoyos, obligándoles a pagar tributos a ese distrito cuando ellos vivían fuera de su jurisdicción; otra nota de los indígenas al obispo de Panamá sobre el mismo asunto; y otra de 1897 dirigida al secretario de Gobierno de Colombia.
“Victoriano Lorenzo abre la campaña contra el gobierno por el saqueo del caserío de El Cacao. No habla de liberalismo y conservatismo. Es la lucha de los campesinos recluidos en las montañas que sufren la carga de los impuestos (incluyendo los diezmos y primicias), la escasez de alimentos y los ultrajes de las autoridades y de arrogantes oficiales militares”, dice Caludio Vásquez V. (Mis memorias sobre el General Victoriano Lorenzo: relatos de viva voz del Tte. Col. Juan José Quirós Mendoza).
La lucha de Victoriano es la misma de los campesinos e indígenas contra el despojo continuado, ahora bajo el ropaje de hidroeléctricas y minas. Es la lucha de los ngäbe-buglé contra Genisa-Barro Blanco. Estadounidenses, autoridades, terratenientes, conservadores y los mismos liberales moderados veían en Victoriano un peligro que podía echar por tierra sus aspiraciones a un acuerdo canalero. Por esa razón fue enjuiciado sumariamente cuando la negociación canalera estaba en su apogeo y fusilado sin poder defenderse el 15 de mayo de 1903.