Manuela Moreno Caballero, maestra y agricultora

Manuela Moreno Caballero, maestra y agricultora


Comparto este pasaje a propósito de la reciente celebración del Día de la Madre o día de la Inmaculada Concepción, patrona de la infantería española.

Manuela Moreno nació el 2 de agosto de 1915, en Alanje, Chiriquí. Se graduó como maestra de la Normal Rural de David y en 1958, como profesora de inglés en la Universidad de Panamá. Preocupada por los jóvenes que abandonan sus estudios de secundaria por tener que trabajar, aceptó la invitación del profesor Roberto Jaén para establecer el Instituto Istmeño de David, que daba clases nocturnas. Cuando en Chiriquí se inició la mecanización agrícola, en la década de 1950-1960, ella fue de las primeras mujeres que se ocuparon en el cultivo mecanizado del arroz y el sorgo. Fue miembro de los fundadores de la Asociación de Productores de Arroz de Chiriquí, muchos de cuyos miembros habían sido alumnos suyos en el Colegio Felix Olivares.

En esta foto vemos a mi madre en el puerto de Tela, Honduras, con Phillip Stanley Heckadon, mi padre. Estaban recién casados en Puerto Armuelles. Iban de luna de miel rumbo a Nueva Orleans a tomar el tren para que ella conociera a la familia de él, en Kansas. Ellos eran menonitas. Ella recordaba los inmensos trigales que parecían no tener fin.

A la ida y a la vuelta, el vapor bananero en que viajaban hizo escala en la Habana y ella, hija de una finca a orillas del Chiriquí Viejo, quedó impresionadísima con la hermosura de esta gran ciudad del caribe. Sus anchas avenidas, sus edificios públicos, sus tiendas, sus parques, su música, su gente. Ciudad que nunca olvidaría.

Fue el padrino de boda de mis padres Don Enrique Blair, gerente fundador de La Compañía, es decir la Chiriquí Land Company, primera empresa moderna agroexportadora del interior de Panamá, quien conoció a mi madre recién graduada de la Normal Rural de David, siendo asignada a la nueva escuela pública de Armuelles. Ella y otras maestras se embarcaron en el puerto de Pedregal en la lancha gasolinera El Aguila, que las llevó al nuevo muelle de Armuelles. Al desembarcar las esperaba un señor muy alto que se identificó como Don Enrique Blair. Les dio la bienvenida y les dijo que esperaba maestras, señoras de más edad y se asombró de cuán jóvenes eran estas maestras pioneras. Les dijo que todo lo que necesitaran para la escuela se lo pidieran a él y no al Ministerio de Educación pues él resolvería, como lo hizo. Don Enrique fue creyente en la educación de los hijos de los trabajadores que debían aprender a leer, a escribir y los números, pues muchos venían de familias campesinas muy humildes de Chiriquí, Centro América y el Caribe, donde el analfabetismo rural era casi total.

Mi madre siempre recordaría sus años como maestra en Puerto Armuelles. Fueron los mejores de su vida. Por las noches en la finca Chiriqui Viejo, rememoraba su amistad con las familias de los gerentes, ingenieros, mandadores, técnicos, empleados y trabajadores de la Chiriquí Land. De las cabalgatas a caballo por la playa en noches de luna, de las fiestas con guitarras, los bailes en los clubs de La Compañía, las invitaciones a visitar los barcos americanos y europeos que llegaban. Unos venían a cargar bananos y otros con turistas. Recordaba los resplandecientes e impecables barcos alemanes con sus grandes orquestas que tocaban los últimos ritmos de los años 1920 y 1930. Como muchos pasajeros deseaban conocer dónde y cómo se producía el banano que ellos compraban en sus países de climas fríos, la bananera tenía giras turísticas en tren hasta las fincas tierra adentro. Uno de estos pasajeros fue el Dr. Albert Einstein que iba para California.

Manuela Moreno Caballero, maestra y agricultora

Recordaba cuánto cambió a partir del 7 de diciembre de 1941 al ser atacado Pearl Harbor y entrar Estados Unidos a la segunda guerra mundial. Los americanos que trabajaban para La Compañía fueron llamados al servicio militar. Mi padre ingresó a la marina americana, siendo enviado al teatro del Pacífico.

Entre las familias muy amigas de mis padres estaban los Jensen, un ingeniero sueco casado con una boqueteña y tuvieron 3 hijas guapísimas de ojos azules, piel acanelada, grandes sonrisas y alegres. Fueron de las muchachas más admiradas y cotizadas de Puerto Armuelles. Solo tuvieron un hijo, quien entró a la infantería de marina, los US Marines, y también fue a dar al Pacífico donde moriría a los 18 años durante el violento y sangriento asalto a la isla de Iwo Jima, entre febrero y marzo de 1945. La muerte del único hijo de los Jensen fue muy lamentada en Armuelles, por ser su familia muy querida. Creo que este joven quedó enterrado allá.

Varios de los que regresaron de la guerra sufrieron de lo que hoy se conoce como PTSD o trastorno de estrés post traumático.

Mi madre participó en las movilizaciones de 1941 para que se le diera el voto a las mujeres. Hasta entonces ellas eran consideradas menores de edad y no podían cambiar su cheque en un banco, sino acompañadas por un adulto varón mayor. Ella, hija de una familia centenaria de Alanje, tenía que pedirle a mi papá, extranjero recién llegado, que le cambiara su cheque. Para cambiar este orden de cosas, las maestras se movilizaron a favor del voto. Como un experimento se les permitió votar en tres distritos: en 3 distritos: Panamá, Colón y David. Después, el voto femenino se extendió a todo el país.


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