Hace seis años ocurrió lo impensable. Las autoridades de Estados Unidos eliminaron un número importante de medidas que permitían la protección del ambiente, desencadenando un tsunami de protestas en el país, que se vieron replicadas en otros países, incluido Panamá. A diferencia de manifestaciones anteriores, de concurrencia muy diversa, ahora se incorporaban miles de científicos que salieron de laboratorios, oficinas y universidades en todo el mundo para alzar su voz en contra de estas acciones.
Las autoridades estaban tomando decisiones que afectaban directamente al ambiente, a pesar de toda la evidencia existente. Dicha práctica no era ni es nueva y siguen vigentes sus consecuencias en el ambiente y la sociedad, que finalmente generan cambios en la calidad de vida de las personas.
Este año marchamos otra vez por la ciencia en Panamá. Nuestro país encara los mismos desafíos, como lo vemos con el manejo deficiente de los desechos, la falta de agua potable en áreas urbanas -y ni hablar de las rurales-, el uso inadecuado de áreas protegidas y la explotación inmoderada de recursos, por mencionar algunos. Todos estos problemas se vinculan con el nivel educativo de la sociedad, las competencias técnicas para resolver los problemas y la necesidad de un plan de país para cambiar esto. Las soluciones son complejas. No basta con poner dinero y reunir expertos en el tema: se requiere implementar planes sustentados en evidencia científica y que además involucren a la sociedad para hacerlos reales.
No hay forma de suavizar esto. Los temas complejos trascienden los gobiernos y es necesario trabajar juntos como país. Contamos con profesionales en todas las áreas de las ciencias que, de manera transdisciplinaria, trabajan con un mismo fin: mejorar la casa común. Sin embargo, esto no es suficiente: hay que involucrar a los jóvenes, a los tomadores de decisiones y los estadistas, porque el trabajo es de todas y todos.
El camino para solucionar los problemas no está en línea recta. Hay que hacer camino al andar, con resiliencia y capacidad de trabajo en comunidad. Si quieres formar parte de esta comunidad de cambio, ven a la marcha por la ciencia el domingo 23 de abril en el Biomuseo y comparte tus ideas disruptivas para salvar el mundo.
El autor es médico epidemiólogo e investigador en salud pública, e integrante de Ciencia en Panamá
