Cuando en 1998 la Asociación Oceánica de Panamá y la Asociación Verde de Panamá propusieron, con éxito, a la Autoridad Nacional del Ambiente (ANAM), declarar Septiembre Mes de los Océanos, había objetivos que alcanzar en el corto, mediano y largo plazo dirigidos a lograr océanos limpios, sanos, capaces de salvar una biodiversidad que agonizaba.
Han pasado 19 años desde la declaratoria Septiembre Mes de los Océanos, que levantó el espíritu de los que amamos los mares, sin embargo, aún persisten rezagos y nuevas amenazas, aunque hay logros significativos.
El cambio de posturas de Panamá de país alineado con los cazadores a país protector de ballenas (2004) causó impactos que transformaron el escenario internacional conservacionista y que hoy resultan en la construcción del Corredor de Santuarios de Ballenas de las Américas, con siete países incorporados, un mapa de avistamiento y la celebración del CBI en nuestro suelo. La ascendente categorización de la gestión ambiental al elevar la ANAM a Ministerio de Ambiente, y la impronta de la encíclica del papa Francisco sobre la responsabilidad del mundo en administrar adecuadamente la vida que Dios creó, lograron un marco referencial y de liderazgo para impulsar los cambios a favor de un ambiente más saludable.
Tenemos, sin embargo, que reflexionar una vez más en la agudización del cambio climático, el incremento del consumismo y las basuras, la contaminación de los mares, masivas deforestaciones y la seguridad de los hombres del mar. Aunque el escenario internacional pasa por una crisis signada por el retiro de Estados Unidos del “Cambio Climático”, siendo el mayor contaminante y responsable del cambio climático, a nuestro país le corresponde seguir avanzando en la adopción de políticas dirigidas a revertir los daños al planeta y mejorar el ambiente para una vida sana.
Panamá no ha definido aún una política de Estado sobre la recuperación, protección y conservación de los arrecifes coralinos, que son al mar lo que los bosques a la tierra, la casa de la biodiversidad. La agudización y aceleración del calentamiento global es la primera amenaza a los corales. La continua y acelerada deforestación deposita persistentemente sedimentos, las basuras y contaminantes vertidos al mar son otras amenazas. Algunos estudios ambientales advierten sobre posibles efectos negativos de construcciones de puertos y otras instalaciones costeras en Colón. Si los corales desaparecen, toda la biodiversidad marina sufrirá hasta su posible reducción o desaparición, y esto es una seria amenaza para la humanidad. Este año, el Ministerio de Ambiente debe proponerse lograr elevar los corales a categoría de política de Estado.
La gente de mar, en especial los buzos, arriesgan sus vidas diariamente en sus faenas por la vida, sin que las autoridades establezcan normas que regulen esta actividad y protejan la vida de los buzos. Aunque hemos avanzado con la Universidad Marítima Internacional de Panamá, requerimos de la agilización de la Asamblea Nacional en la ley para el buceo, de manera que se cumplan las normativas y protección de la vida. En este año han muerto varios buzos y otros han sufrido daños, algunos irreparables.
Los espacios marinos de la República de Panamá son amenazados por la reminiscencia colonialista de Colombia, que rodea nuestros mares y mantiene secuestrada Isla Malpelo, que está dentro de las 200 millas náuticas de nuestra jurisdicción, así como preocupa que las autoridades no hayan realizado citación a Costa Rica y Ecuador para que expliquen por qué dejaron fuera a Panamá completando un doble cierre, al repartirse unilateralmente espacios en el Pacífico que conducen a aguas internacionales, atentando contra el libre y seguro tránsito de las naves del Canal de Panamá, así como nuestra competitividad en la cuenca pacífica. Está pendiente el reclamo por el limbo jurídico del Caribe dejado por el fallo de la Corte Internacional de Justicia sobre Nicaragua y Colombia.
Esperamos que las autoridades del Estado logren impulsar políticas y proyectos de recuperación, protección y conservación de la biodiversidad marina en todo el territorio nacional, y a escala internacional lidere posturas a favor de la vida para evitar la agudización del cambio climático, así como presentar reclamos sobre nuestros espacios marinos en el Pacífico y el Caribe.
El autor es presidente de la Asociación Verde de Panamá.