El personaje de la reina María Antonieta cobra vida en la película de Sofía Coppola, proyectada en el año 2018, lo cual generó polémica debido a su adaptación como una joven del siglo XXI. Sin embargo, su enfoque sirve para acercarse a la juventud actual. Existen ensayos sobre la misma y me asiste en este tema de la adolescencia. Para empezar, los jóvenes serán objeto de censura en todas las épocas, ya que nos desafían a nosotros, los adultos, que creemos que la experiencia de vida nos hace más sabios. Esto puede ser un mito, puesto que son muchos los padres que se angustian por pensar que su hijo/a llegará a la tan temida edad, la de la adolescencia. Y el mundo actual no es igual al de quienes nacimos entre las décadas de los 60 a los 90.
De igual manera, la sociedad ha experimentado cambios significativos con las nuevas tecnologías de la comunicación, de estilos de crianza y socialización, entre otros. También, experimentamos la pandemia y las transformaciones geopolíticas, culturales y religiosas, probablemente más acentuadas porque contamos con la información a viva voz, a través de los medios y la globalización. En efecto, a los chicos les correspondió un escenario distinto al de sus padres, por eso, las familias están conformadas por personas en universos diversos, los cuales necesitan converger para poder convivir sanamente.
De igual importancia, es obligatorio el análisis de nuestra juventud para poder dar respuesta a las amenazas que enfrentan, como son el rendirse a las adicciones, fanatismos, la violencia y el suicidio, lamentablemente. De todos los males, la mayor amenaza puede ser el no desarrollar su identidad y una autoestima sana que le permita crecer con todo su potencial y sobrevivir, mientras le brindemos las oportunidades.
Pues bien, los adultos debemos acompañarlos en su proceso de desarrollo con honestidad, calidez, empatía y comprensión, pero, también requerimos de respeto y autoridad. Para lograr estas capacidades, tenemos que reflexionar y reconocer nuestras limitaciones, ya que el torbellino de la vida no nos da tiempo para nuestro progreso personal, que nunca acaba porque la existencia implica aprendizaje continuo. Como consecuencia, ante estas circunstancias es probable que no ejerzamos el rol paterno y de guía eficientemente, por lo que será necesario “lanzar redes” para recibir ayuda profesional y espiritual, puesto que “el recorrido en conjunto con los hijos es un viaje por mar al que no le faltarán tormentas”.
Adicionalmente, el amor y la espiritualidad están anulados en este mundo del hedonismo, la satisfacción inmediata y la superficialidad. Así como el personaje de María Antonieta, se perdía a sí misma en el palacio de Versalles en sus fríos pasillos y habitaciones decoradas de violencia e hipocresía, muchos de los jóvenes actuales se extravían en los ambientes reales y virtuales, y son seducidos por individuos peligrosos que utilizan la imagen como carnada para lograr dominar las mentes en formación.
Y el abordaje de la juventud desde diferentes perspectivas nos da una imagen compleja, tal y como es el mundo adolescente. Es una población diversa en aspectos culturales, religiosos y sociales; sin embargo, mantienen en común la búsqueda de su lugar en la sociedad. En la modernidad se logró considerar este periodo como de transición a la vida adulta, pero los jóvenes siguen sin ser incluidos en el engranaje social. En nuestro país representan, en conjunto con la niñez, un 30% de la población (Censo de población y vivienda del 2023). Muchos están en condiciones de vulnerabilidad, “llevados a la guillotina” por no tener sus necesidades básicas resueltas; asimismo, son violados sus derechos, como el de ser escuchados, lograr una educación y salud integral (biopsicosocial, sexual y espiritual); por consiguiente, inhabilitados en el logro de una vida digna.
Por otro lado, en el film de María Antonieta, ella se representa aislada de los sucesos sociopolíticos de su época, víctima de la seducción. De la misma forma, los jóvenes que tienen satisfechos los requisitos mínimos de bienestar, pueden ser tentados a estimar el dinero y los lujos a un alto costo personal (como los “chicos plásticos” de la canción de R. Blades). Por ende, la forma de rescatarlos de estos hechizos es a través de la educación (desarrollo de un pensamiento crítico esencialmente), la ética y los valores; por lo que estamos obligados a velar por una sociedad más justa y equitativa, que les dé su espacio y no los mantenga como objetos de suntuosidad y placer. Esta tarea es complicada porque demanda de un trabajo en conjunto con la sociedad, donde todos los involucrados (educación, salud, grupos religiosos y culturales, la ciencia, el Estado, etc.) sirvamos de modelo y hablemos un mismo idioma, que es el de la: ¡libertad y fraternidad!
Así, al final de la cinta, en un debate bioético, es probable que concluyamos que la María Antonieta adolescente y su pueblo sumido en la miseria, sólo vivenciaron las circunstancias de ese periodo de la humanidad.
La autora es psiquiatra de niños y adolescentes.