Martinellismo vs. alianza tutti frutti



“Cero y van tres”, declaró pletórico de felicidad un abogado del martinellismo, refiriéndose a la persecución de tres fiscales anticorrupción que surtieron expedientes en casos de corrupción y saqueo al erario público, augurando con convicción que vendrían otras destituciones en el Ministerio Público y mejores días para el martinellismo.

Horas antes del discurso inaugural, había un clima de intranquilidad entre los fiscales del Ministerio Público por la persecución del procurador Javier Caraballo y por el destino de juicios pendientes contra connotados martinellistas, destacándose el caso Odebrecht.

Orientadores de opinión días antes denunciaron las “inesperadas y sospechosas medidas del procurador” en las postrimerías de sus funciones, medidas que generaron suspicacias porque sugieren pactos de recámaras para ayudar a los martinellistas implicados en delitos de corrupción.

Hay que recordar que los juristas defensores del martinellismo, apenas declarado el triunfo de José Raúl Mulino, clamaban por amnistiar o indultar a su cliente, cambiando luego el discurso por la realización de un nuevo juicio, indicios de que estaríamos ante un plan orquestado para liberar al exilado sentenciado culpable en el caso New Business.

Todos esos casos han sido tildados por el martinellismo como “patrañas montadas por los gobiernos anteriores que usaron la justicia como herramienta de persecución política” contra los angelicales militantes de Cambio Democrático y de Realizando Metas, argumentación que esgrimió también el presidente de la República en su discurso inaugural, en el que señaló “haber sido objeto de una implacable persecución”.

No obstante, ahora es notable la intención del martinellismo en tratar de bajar el tono y la intensidad del discurso para concentrar nuevamente sus ataques contra el poder judicial y el Ministerio Público; movidas tácticas que les están dando éxito, por ahora, gracias al proceder del procurador Caraballo. Sin embargo, la táctica de permanecer agachados no se pudo contener cuando el presidente Mulino se refirió a su experiencia como ministro en el gobierno de Martinelli, ya que al mencionar el nombre del expresidente, la barra de Cambio Democrático y Realizando Metas coreaba gritos de libertad para el condenado, produciendo un gesto de malestar en el presidente Mulino.

Lo anterior vislumbra un plan que desarrolla el martinellismo para obtener provecho del momento político y la situación en que se encuentra el presidente Mulino. Sacan el apoyo que llevó al presidente al solio presidencial y a la vez esperan que el agradecimiento se materialice con la libertad de Martinelli, pues consideran que el presidente los necesita por no contar con suficiente fuerza en su gestión, debido a que la alianza tuttifrutti —formada por empresarios serios, otros no tan serios y por políticos tránsfugas, oportunistas, trepadores y corruptos— no le garantiza al presidente el suficiente sostén político para gobernar.

Ambos bandos, martinellistas y la llamada alianza del Club Unión, siguen con atención los movimientos que el presidente hace en el caso Martinelli y cómo esos movimientos ayudarán o enterrarán al martinellismo. En medio de esa situación, el presidente se encuentra en un momento incómodo —por llamarla de alguna manera—, pues no hay forma legal de zafar de la condena a su mentor político sin generar malestar en cualquiera de las dos fuerzas que le apoyan.

La otra prueba que enfrentará el presidente será cómo tratar a los martinellistas que presionan abierta y descaradamente al Ministerio Público y al Órgano Judicial. Como custodio de la paz social y la estabilidad política, ¿defenderá el presidente la institucionalidad o permitirá que prosigan los ataques canallas a esas instituciones? ¿Permitirá a los malandrines saltar los obstáculos legales para liberar a su adalid como compensación —según ellos— por haberle allanado Martinelli el camino a la presidencia?

La observancia de hacer todo dentro de la Ley, ha postulado el presidente, es una advertencia al martinellismo; salirse de esa premisa permitiendo el acoso y las amenazas a fiscales y jueces tendrá efectos que algunos aliados tuttifruttis no soportarán, debilitando la gestión del presidente Mulino.

El autor es abogado y ex secretario general del PRD.


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