El gobierno anunció una inversión de $6 mil millones en obras de infraestructura para el área de Panamá Oeste, incluyendo el cuarto puente sobre el Canal, la ampliación a ocho carriles de la autopista Arraiján – La Chorrera, la construcción de la tercera línea del Metro, los seis nuevos carriles de la vía Panamericana; desde La Chorrera hasta San Carlos y la nueva potabilizadora para Panamá Pacífico. El total de inversión será superior a lo invertido en la ampliación del Canal de Panamá.
Un Informe del Banco Mundial (julio 2012) titulado Mejores empleos en Panamá, el rol del capital humano, señala que cada $1 invertido en la expansión del Canal generó $0.64 de demanda interna y $0.36 en la compra de bienes de capital. A nivel internacional se estima que cada 100 nuevos empleos de construcción generan unos 160 nuevos empleos directos, indirectos o inducidos en otros sectores de la economía. Un impacto similar se espera de los proyectos programados para Panamá Oeste.
Panamá Oeste plantea peculiaridades socioeconómicas importantes. El desempleo es 7% (agosto 2018), un punto superior al promedio nacional. La desocupación juvenil (menores de 30 años) se ubica en 17.3%, casi cuatro puntos por encima de la media global (13.4%). De sus 151 mil 927 jóvenes en edad productiva, 45% trabaja, 31% estudia y 24% no trabaja ni estudia (“ninis”).
De los 266 mil 973 personas que integran su fuerza laboral, dos de cada tres son trabajadores del comercio, artesanos, choferes o personal no calificado, 60% son hombres y 71% tiene 12 o menos años de escolaridad. Tres de cada cinco trabaja en el comercio, construcción, agricultura, turismo y logística. Un tercio de ellos son emprendedores.
¿Cuáles serán las repercusiones de la inversión programada para la provincia sobre su tejido socioeconómico?, ¿cómo maximizar su impacto social?, ¿cuáles son los retos?, ¿cómo podrá esta importante asignación de recursos servir de plataforma para el desarrollo social sostenible y aliviar problemas sociales como la delincuencia, el desempleo y la desigualdad, en el país con la sexta peor distribución de la riqueza en el mundo?
La construcción, cuyo requerimiento promedio de escolaridad es 9.6 años aprobados, salario promedio de $681.90 y 83% de su fuerza laboral con Educación Media o inferior, plantea para muchos jóvenes de escasos recursos una posibilidad real de un empleo digno, máxime cuando la deserción escolar en Educación Premedia y Media en nuestro país supera el 56%.
Pero la construcción no es una actividad sostenible. Es preciso focalizar esfuerzos en la sostenibilidad de sus oficios para facilitar la continuidad laboral en nuevos proyectos. Adicionalmente, se hará necesario fortalecer los emprendimientos y encadenamiento productivo en sectores complementarios, como el comercio, la logística, alimentación y otros, a ser directamente impactados por el nuevo estímulo económico y poder adquisitivo asociados a las referidas obras.
Esto abre un mundo de posibilidades para crear empleo incluyente e independencia financiera, que permitiría a muchos grupos vulnerables una oportunidad de generar ingresos dignos en actividades directa e indirectamente derivadas de esta importante inversión.
En febrero 2017, Efosa Ojomo, de la Universidad de Harvard, publicó un artículo en The Guardian, bajo el título “En su obsesión con erradicar la pobreza es donde el desarrollo se ha equivocado”, donde plantea que la sola asignación de recursos, ayudas y obras de infraestructura sin la implementación de procesos complementarios orientados a crear autonomía y empoderamiento económico, solo acentuará la dependencia de sus beneficiarios de la asistencia estatal en un futuro.
Es hora de planificar para que la inversión programada marque efectivamente “un antes y un después” para Panamá Oeste, maximizando su impacto social.
El autor es asesor empresarial