El presidente, en sombrero pintao, dice desde Las Tablas que la pollera es “el traje típico más lindo del mundo”, pero no dice, como buen político, que es uno de los más caros y que muy pocas panameñas se lo pueden permitir, lo cual es síntoma del país-ficción en el que vivimos. La “primera dama” lucía una pollera de gala (cara) en el Desfile de las Mil Polleras, que cuesta un chen-chen que no se tiene para celebrar un traje inasequible para la mayoría.
¿Cuánto cuestan las polleras de las ministras presentes luciendo donaire a precio de oro? Miles de panameños se empeñan para estar presentes en una fiesta del despilfarro y el “taquilleo”, que se quiere hacer pasar, como los carísimos uniformes para Fiestas patrias, como maneras de honrar las tradiciones, pero a la hora de ser corruptos e irresponsables con la gestión de los asuntos del Estado, son una pandilla de traidores irredentos.
País-ficción es también el concurso de “ensayos” que convoca el Museo del Canal la ACP, que pretende que se escriba un ensayo sobre los 25 años del Canal en manos panameñas en 53 días desde la primera noticia sobre este concurso. Una buena idea bien dotada económicamente, pero vacía de profesionalidad y oportunidad: las prisas y creer que todo es dinero hace que buenas iniciativas sean síntoma de lo que nos pasa: pensar sin criterio, con prisa, sin fundamento. Por eso las redes están llenas de pensadores túiticos (es una medida de velocidad y tamaño), que defienden la patria con una cortedad vergonzante.
Sigamos de veraneo, durmiendo de ese lado, en los laureles, esperando los carnavales, creyendo que Dios es panameño y que aquí no pasa nada. Sigamos engalanados y gastando el poco chen-chen que tenemos en fiestas y honores que la patria no necesita: cuando lleguen las horas difíciles y toque una verdadera defensa del país, mandaremos a una banda independiente o nos vestiremos una pollera de gala.
El autor es escritor.