Estábamos acostumbrados por más de 120 años a vivir en un concubinato de acomodo y permisible, pero ahora el concubinato se convirtió insoportable, por lo que el dilema es: ¿Qué hacer con una pareja que te fue fiel y que ahora te está quemando? Veamos:
El lenguaje “claro y transparente” del Memorándum de Entendimiento expresa, da a entender, o supone que Panamá tiene bases militares y que compartirá las mismas con las fuerzas del Comando Sur o con quien a que ellos les dé la gana de acantonar en nuestra tierra.
Hay que recordar que esto es una “estrategia” del cartel Bunau-Varilla y su capo, y no es una vuelta a la extinta Zona del Canal ni una intromisión a la soberanía, siempre y cuando hagamos lo que dicen los gringos. Hay tres lenguajes que no conocen los que están llevando a Panamá al despeñadero: hablar con transparencia, hablar en forma directa y hablar con la verdad.
Analicemos las tres bases que no sabíamos que teníamos y ahora Panamá debe compartir:
Base aeronaval de Rodman: ¿Es que tenemos una fuerza naval con buques de guerra, portaaviones y submarinos que no nos hemos dado cuenta?
Base de Howard: ¿Es que tenemos una fuerza aérea compuesta por aviones de ataque guardados en los hangares que tenemos que cederles espacio para que guarden sus juguetitos militares?
Fuerte Sherman: ¿Es que tenemos un ejército propio acantonado en ese lugar y ahora nos van a acompañar todas esas “special forces” altamente entrenadas por el ejército más letal y peligroso del planeta?
Ese papel donde se escribió el MOU no tiene mucho valor ni significa gran cosa según los letrados del cartel Bunau-Varilla, pues lo importante es lo que se le dice a los “ciudadanos”, y que no es otra cosa que “lo que quieren que oigan”. Entonces nos dan a entender que el mejor uso que tendría ese documento escrito sería el de papel higiénico. ¿Se han dado cuenta que cada vez que viene un “emisario” gringo a visitarnos, se acaba el Lomotil y Benadryl en las farmacias? Lo único que les para esa diarrea es el servilismo sin agallas y el entreguismo orientado a decirles: ¿qué más necesitan?
Como tenemos una memoria histórica bien corta, vale la pena sacar a relucir la actitud prevaleciente en 1997, cuando el presidente de ese entonces se paró firme ante los gringos, así como lo hicieron el gabinete, Asamblea y muchos funcionarios que lo acompañaban en su mandato. Me refiero al intento de Gringolandia de establecer en Panamá una presencia militar disfrazada llamada Centro Multilateral Antidrogas (CMA). ¡Se les dijo “ñagare” y mantuvimos el derecho soberano obtenido a punta de muertos y sangre el 9 de enero de 1964! Cuán distintos eran los líderes de aquel tiempo comparados con los vendepatria que tenemos hoy día.
El Memorándum de Entendimiento suscrito con los gringos es peor y más dañino que ese Centro Multilateral Antidrogas rechazado en 1997, pues este abarca “las tres bases que tenemos y que estaremos compartiendo”, además de terrenos a lo largo de la ribera del canal, sin olvidar que mantenemos nuestra soberanía, “siempre y cuando los gringos estén de acuerdo”. En 1997 nos paramos firmes nuevamente y el concubinato de acomodo no se afectó en nada, pues nos respetaron.
Sería interesantísimo que se hiciera una encuesta nacional amplia y representativa entre los panameños, con respuestas agrupadas por rango de edad, para conocer el sentir de los panameños. Nuestros mandatarios no han sabido manejar la nueva situación causada por el desquiciado presidente gringo y nos han llenado de mentiras, tergiversaciones y oscurantismo en todos los mensajes a la población, escudando su servilismo y falta de valor. Posiblemente les hubiera ido mejor si su mensaje hubiese sido: ¡Negociamos y esto es lo mejor que pude conseguir! Entonces posiblemente se le hubiera calificado como “un mal negociador” en lugar de “un Bunau-Varilla traidor”.
Pienso que lo que está molestando a los ciudadanos, más que la llegada de los gringos, es la forma en que nos quisieron dorar la píldora o introducirnos el supositorio a punta de engaños mediante una verborrea maléfica. ¿Será que ya que los tenemos adentro, o sea, que nos tocará “bailar al son que nos tocan” y tendremos que resignarnos a vivir en un Panamá colonizado y carente de líderes que nos guíen hacia un futuro mejor? ¡Tocará decidir si lo malo conocido es mejor que lo bueno que pueda venir! Una encuesta apolítica, imparcial y bien llevada nos podría dar luces de lo que realmente es el sentir panameño.
El autor es ciudadano.

