Cada nueve de enero conmemoramos los hechos ocurridos hace ya 60 años y que fueron, desde mi punto de vista, la culminación de una historia de luchas que demuestra que somos un pueblo con dignidad.
Desde aquella revuelta popular conocida como el Incidente de la Tajada de Sandía, pasando por las firmes posiciones de los presidentes Belisario Porras y José Antonio Remón, la siembra de banderas. así como muchos otros momentos estelares de nuestra lucha por la soberanía, y concluyendo con la posición firme y determinante del presidente Roberto F. Chiari, al romper relaciones con la mayor potencia del mundo, en una época, que la mayoría de los países latinoamericano brindaban un apoyo irrestricto a los Estados Unidos. Era, además, un momento en que nuestro país no tenía ninguna presencia importante en el continente.
Debemos resaltar también la postura inquebrantable de don Miguel Moreno, que fue designado como jefe del equipo negociador, y que tuvo no solo que enfrentar la posición de los Estados Unidos, sino el poco apoyo de la mayoría de los países latinoamericanos (recomiendo leer Misión en Washington, que relata ese interesante proceso negociador).
Uno de los aspectos que deseo destacar es que el presidente Chiari era un hombre de derechas, miembro de una de las familias más ricas de nuestro país en esa época. Una familia que, además, era exportadora de azúcar al coloso del Norte. Sin embargo, su amor y compromiso con su patria y su fidelidad a sus principios prevalecieron, sin aspavientos ni discursos politiqueros. Justamente por su valiente decisión, tomada a pesar de las afectaciones al negocio familiar, al presidente Chiari se le conoce como el Presidente de la Dignidad.
Siempre he señalado que los panameños somos más dignos, inteligentes y determinados de lo que suele afirmarse. Podremos tener mucha paciencia y tolerancia, lo que suele ser interpretado por los gobiernos de manera equivocada, abusando del poder ante la creencia de que “aquí no pasa nada”, e intentando engañar con promesas falsas, pensando que nos confunden con sus propagandas.
Un ejemplo claro de nuestra determinación y dignidad se vivió hace pocas semanas en repudio a las actividades mineras, repudio generalizado que obligó al gobierno a echar para atrás lo aprobado de espalda al pueblo.
Hoy nos abocamos a un periodo electoral decisivo, ya que los actores políticos tradicionales que han prevalecido en estos últimos 30 años, harán lo necesario para mantenerse monopolizando el poder. Así, los diputados de todos los partidos que buscan la reelección, intensificarán el clientelismo con el objetivo de comprar conciencias y humillar al ciudadano, obligándolos a convencer a sus familiares y amigos a que voten por ellos, a costa de perder su puesto de trabajo o cualquier otro privilegio.
A nivel del Ejecutivo no tendremos escenarios diferentes. Allí están dos expresidentes queriendo llegar nuevamente a dirigir el país, a pesar de que cuando tuvieron la oportunidad permitieron las fórmulas clientelares, avalando el abultamiento de la planilla estatal con nombramientos innece sarios tanto en el Ejecutivo como en el Legislativo.
Nada hicieron tampoco para cambiar la lamentable situación de la educación pública, tema esencial en la lucha contra la desigualdad. Uno de ellos tuvo cinco ministros de educación, y dos terminaron en la cárcel. También ignoraron el sistema de atención de salud y el abastecimiento de medicamentos; y no tuvieron visión de patria para que los panameños no sufrieran escasez de agua potable y que el Canal -nuestro más importante recurso- no se viera afectado con los fenómenos climáticos que hace tiempo sabemos que ocurrirían.
Quien creció, se crió, maduró y se graduó en ese estatus, no cambiará. Querrá hacer cambios cosméticos para tratar de engañar nuevamente a este pueblo digno, pero solo eso.
Ese panameño y esa panameña con dignidad y determinación, que salieron a las calles a rechazar la ley que aprobaba el contrato minero a pesar de toda la propaganda que nos vendieron, serán quienes harán posible el cambio que tanto necesita Panamá.
Cada uno de nosotros debemos imitar la valiente decisión que tomara el presidente Roberto F. Chiari hace ya sesenta años, rompiendo relaciones con ese status quo político que ha evitado que Panamá cuente con instituciones eficientes que proveen servicios públicos de calidad y que enfrenten los muchos problemas que tiene el país en materia de salud, educación, agua, seguridad, basura, etc.
Solo de nosotros depende que nuestro Panamá esté en el lugar que se merece.
El autor es miembro fundador del Movimiento Otro Camino