Mucho he escrito recomendando que, pasada nuestra obsesión por el Canal panameño – ya logrado–, todos ahora debemos obsesionarnos por la educación. En tiempos del presidente Varela, este convocó a toda la sociedad y comisionó al Pnud para organizar reuniones con el objetivo de lograr un “Compromiso Nacional por la Educación”.
Luego de meses de arduo trabajo, la sociedad completó 117 sesiones de trabajo y acordó – por consenso – 37 políticas públicas con 241 líneas de acción. No fue simplemente otro diálogo, sino un acuerdo para accionar en forma organizada y con calendario de cumplimiento, en temas tan importantes como calidad, equidad, formación de educadores (creación de un Instituto Pedagógico Nacional para la capacitación de los docentes), evaluación sistemática para todos los actores y la importantísima modernización y descentralización de la gestión del Ministerio de Educación.
Además, y lo más importante, es que se crearía - por ley - un “consejo permanente multisectorial” que le diera seguimiento a todo lo acordado y por acordar.
Para aquellos que hablaban barbaridades de los docentes y sus gremios, vean lo que dijo el dirigente Humberto Montero: “Existe una crisis educativa y urge que cada uno asuma los compromisos que le competen, en busca de alcanzar la excelencia educativa”. Presentes estuvieron los gremios, aportando en positivo. Conep y Conato también estuvieron en positivo y dijeron “ahora arranca la fase más importante del trabajo: la ejecución” y - agrego yo - el seguimiento, porque la puerta quedó abierta para seguir consensuando .
Varela en realidad logró que la sociedad organizara una ruta de acción que constituiría un inicio, no un final, y hacía posible un proyecto de Estado de modernización de la educación que se proyectara por lo menos por dos gobiernos más, luego del suyo. La educación no es problema de un gobierno; es la más alta prioridad del Estado, que va mucho más allá de los períodos de gobierno.
Luego, el presidente Cortizo convocó a la sociedad bajo el título “Cerrando brechas”, con un nuevo modelo de generación de ideas de abajo hacia arriba y completó lo que yo llamaría un gran activo nacional. Un consenso dirigido por la doctora Paulina Franceschi del país que queremos los panameños sobre nuestros problemas fundamentales, incluyendo prioritariamente la educación.
Es vital el tema de modernización del modelo de gestión educativa, lo cual requiere cambios radicales de un Ministerio de Educación que, por su tamaño, centralización y burocratización, es prácticamente inmanejable. Por otra parte, el presupuesto de educación (asomándose a $2,000 millones) que proviene del gobierno, tiene su elemento de politización, lo cual es fatal para el ramo educativo.
Hay quienes proponen –entre los que me incluyo– que el 100% de las utilidades del Canal (más o menos $2,500) se designe a la educación (de esta forma el gobierno libera su presupuesto actual de educación para otras inversiones sociales, por ejemplo, agua). El Canal lograría que todos los panameños –tanto en las ciudades como en Chupampa– sientan directamente los beneficios personales que les produce el Canal. Además, al Canal se le facilitaría la argumentación por el aumento de sus tarifas. Facilita sus negociaciones racionales con las sindicales del Canal.
El dinero del 100% de las utilidades del Canal llegaría, según el plan, a un ente con un nuevo y moderno diseño autónomo: un rector de la educación en forma despolitizada, corrigiendo un gran problema. Podría ser dirigido por un consejo de educación nacional, en cuya junta directiva haya representaciones de gremios de educadores, padres de familia y sociedad civil interesada, presidida por un ministro cuya única función sea presidir el consejo y representarlo en el Gabinete, sin función operativa alguna (como el ministro del Canal).
El Consejo entonces dirigiría entes de ejecución también autónomos más pequeños y desburocratizados que incluirían, por ejemplo, uno para selección y administración de recursos humanos, otro de evaluación y medición, otro de administración financiera y patrimonial, otro de formación de docentes y, finalmente, otro que maneje el currículum más moderno del mundo (tipo Finlandia, país que vino de menos a más). Esta idea en borrador de un nuevo ente, para irla discutiendo y consensuando y ejecutando en el tercer gobierno por iniciarse.
Lo cierto es que ahora es cuando, gracias al consenso ya aprobado por dos gobiernos. Le toca al próximo gobierno ejecutar. Empujémoslo con esperanza.
Amigos lectores, ¡no valen más quejas! Ciudadanos obsesionados con la educación, ¡al trabajo sin más dilación!
El autor es presidente fundador del diario La Prensa
