Los directores fundadores de La Prensa (de los cuales solo quedamos dos: Ricardo Alberto Arias A. y el suscrito), siempre nos preocupamos por crear una institución y no simplemente un periódico.
En eso, a pesar de todas las crisis vividas por el diario libre creado en plena dictadura, hemos tenido éxito comprobado –sobre todo ahora– con el hecho extraordinario que se acaba de anunciar: el octavo cambio de mando, que comprueba sin duda alguna que La Prensa es una institución de infraestructura democrática.
Luego de 6 años ejerciendo su presidencia, Diego Quijano anunció el jueves 12 de octubre su renuncia a la presidencia, y la elección por parte de la junta directiva de la Ing. Annette Planells, quien ejercía la vicepresidencia, como nueva presidente de Corprensa.
Como presidente, a Quijano le tocó una crisis singular en La Prensa. Además de las constantes demandas de políticos cuestionados, cosa bastante corriente para el único medio de comunicación verdaderamente libre e independiente de Panamá (con mil pequeños accionistas, incluyendo muchos asociados que allí laboran, ninguno de los cuales es propietario de más del 1% del capital), a Diego Quijano le tocó la crisis universal de los medios tradicionales con la irrupción de los teléfonos inteligentes, que forzaron el cambio radical del modelo de negocios de los medios de comunicación.
Diego programó lo que otros periódicos internacionales ya han hecho con éxito, y anunció que La Prensa será un diario electrónico con una versión diaria en papel. Este plan, que es la ruta correcta para superar la crisis, ahora le tocará a Annette Planells ejecutar, con el nuevo vigor que producen todos los cambios de mando en organizaciones profesionales importantes.
Diego, con quien me une una amistad generacional por ser hijo de Billy y Mary (recién fallecida) supo identificar el momento que requería lograr el cambio de mando. Al irlo formulando hizo muchas consultas, entre ellas con los fundadores y el expresidente del periódico Fernando Berguido, o dicho en otras palabras más sencillas, con algunos de aquellos que siempre llevamos puesta “el alma de La Prensa” y después de mucho pensamiento sobre los requerimientos que debía tener el o la nueva presidente, dominó la opción Annette Planells.
Annette cumple de sobra el requisito más importante que debe tener un Presidente de La Prensa: valentía personal y además, claridad moral y ética.
Ha tenido experiencia en medios electrónicos completamente distintos, pero cuya mecánica es importante conocer. Y lo más importante, estaba dispuesta a asumir el reto en las circunstancia difíciles de las crisis del modelo de periodismo de hoy.
No tengo que explicar lo que significa para mí el diario La Prensa – y su futuro. Cada día la situación de la democracia de nuestro país está más cerca de una crisis existencial en que se amenaza con convertirla en triunfo de la incompetencia.
Como defensora de la libertad y la Democracia, La Prensa tiene un papel cada día más importante y solitario. La libertad de todos nosotros los ciudadanos depende cada día más de la voz independiente y vigorosa de La Prensa.
El combate a la corrupción –un cáncer que corroe toda la política– en gran parte se conoce por las investigaciones de La Prensa independiente.
Así como no podríamos pensar en Estados Unidos sin el New York Times, o el Washington Post o el Wall Street Journal, no podemos pensar en un Panamá sin La Prensa y Mi Diario (es importante saber que estos diarios – todos – están en procesos de cambio de mando y modelo que inicia ahora La Prensa).
Termino con un gran abrazo de agradecimiento a Diego Quijano por su trabajo, y otro a Annette Planells por aceptar el importante reto de producir el cambio vigoroso y necesariamente controversial del renacimiento de La Prensa.
Como fundador me siento tranquilo con este octavo cambio de mando, y – a pesar de la limitación de mis “añitos” - todos los de La Prensa pueden contar con mi apoyo incondicional de siempre.
Cierro con una frase de Joseph Pulitzer, quien siempre fue mi guía personal al ayudar a crear y dirigir La Prensa, que hoy -como ayer - sigue teniendo vigencia.
“Una Prensa debería luchar por el progreso social y nunca tolerar la injusticia o la corrupción, luchar contra la demagogia de cualquier signo, nunca obedecer a intereses partidistas, oponerse siempre a los privilegiados y a todas las sabandijas de la sociedad, mostrar siempre compasión con los pobres y mantenerse fiel a la defensa del bienestar público”.
Así funciona y siempre seguirá funcionando La Prensa, el único diario libre e independiente de nuestro Panamá.
El autor es presidente fundador de La Prensa

