Dentro de los balances de poder, el papel de la oposición es fundamental para la preservación del orden democrático y la transparencia de las instituciones de la república. La coalición Vamos constituye la bancada más grande dentro de la Asamblea Nacional; sin embargo, recientes disensos dentro de esta bancada han pasado de ser diferencias en el debate a meras discrepancias ideológicas, fragmentando la concepción pública sobre quiénes son realmente la oposición política.
La oposición política, en la forma menos peyorativa posible, no debe interpretarse como un indicativo de constantes divergencias dentro de los debates y las decisiones políticas. Por el contrario, una oposición saludable favorece el mejoramiento de las políticas públicas. Al inicio del primer período legislativo, el bloque conformado por los partidos políticos tradicionales votó por la oficialista Dana Castañeda para presidir la Asamblea, demostrando una clara unidad entre los políticos tradicionales del país. Hoy en día, luego del dilatado proceso que ha conllevado las reformas a la Ley de la Caja del Seguro Social de Panamá, los votos de la coalición Vamos están divididos tanto por razones ideológicas como políticas.
No obstante, si comparamos la decisión de los diputados del Partido Revolucionario Democrático (PRD), quienes se han distanciado de la alianza con el oficialismo, podemos observar una incongruencia respecto al intento de lograr una ley de seguridad social justa y digna. La mayor diferencia entre las discrepancias de los diputados respecto al proyecto de la Ley 163 es que el PRD ya ha gobernado, y la situación de la Caja de Seguro Social (C.S.S.) no ha cambiado, ni se propusieron mayores cambios a los sistemas de salud y pensiones. Por otro lado, las divisiones dentro de la coalición Vamos están relacionadas con las deficiencias de unos estatutos y normativas que preserven la esencia digna de un debate político de altura, donde se logre encontrar una tercera vía por el bien del orden democrático nacional y la supervivencia política de su bancada.
Los partidos políticos tradicionales han estudiado el mercado electoral y saben cómo manejar a sus bases y electores. Esto no quiere decir que sea lo moralmente correcto, pero dentro de sus estrategias políticas está el poder unificar a sus miembros y utilizar retóricas dañinas para la democracia con la finalidad de seguir siendo relevantes ante los ciudadanos. Esto significa que uno de los factores que realmente determina la aprobación ciudadana de las gestiones políticas de sus diputados es la percepción de responsabilidad que los diputados muestren respecto al equilibrio de poder ante el oficialismo, aun cuando en muchas ocasiones esta actitud sea superficial o hipócrita.
Sí, una democracia saludable necesita de una oposición activa que cuestione las acciones del gobierno central; sin embargo, la oposición debe ser lo suficientemente madura para lograr dicho contrapeso a través del diálogo constructivo y un escrutinio constante dentro de sus propias bases y entre sus miembros. El anarquismo o la polarización extrema llevan a la confrontación constante, y esta socava la eficiencia de la oposición en temas tan vitales como la seguridad social y la economía. Además, el buen orden democrático requiere del consenso, el respeto y la claridad de las ideas para encontrar el balance necesario en la toma de decisiones. Si uno de estos elementos no existe, el resto tampoco.
¿Quiénes son el oficialismo? A medida que nos acercamos al cierre del primer año de gobierno del presidente José Raúl Mulino, podemos observar que la polarización política ha logrado que no solo la oposición sea débil, sino también el propio oficialismo. El tiempo nos dirá si el PRD volverá a formar parte de ese oficialismo conformado por los partidos políticos tradicionales de Panamá: Cambio Democrático, Panameñista, Molirena y, obviamente, Realizando Metas. Esto no implica que los siguientes cuatro años sean imposibles para el presidente Mulino en cuanto a la gobernanza, pero sí puede repercutir en la capacidad crítica de todos los actores políticos para tomar decisiones que realmente ayuden a mejorar el país. En resumen, la polarización extrema puede causar una parálisis política dentro del oficialismo, pero especialmente en la oposición, debido a la fragmentación de sus bases.
El autor es internacionalista.