La ciudadanía panameña normalmente se torna positiva cuando está por iniciar un nuevo gobierno y, como es costumbre, se le ofrece al gobernante un período llamado políticamente “luna de miel”, asociado con “los primeros 100 días”.
Todas estas tradiciones se están produciendo, pero en esta ocasión con mayor intensidad debido a que el presidente electo está actuando de forma muy distinta a lo que esperaban las dos terceras partes del electorado que no lo favorecieron con su voto.
Su candidatura, casi de última hora, se produjo por una repentina descalificación del candidato Realizando Metas (RM) ante su condena firme en todas las posibles instancias respecto a delitos comunes. El candidato escogió para vicepresidente primero a su esposa (quien al final no aceptó), y luego a José Raúl Mulino, quien por falta de tiempo tuvo una corta campaña, no asistió a debate alguno, sin embargo ganó las elecciones con claridad. Esta victoria fue aceptada por el resto de sus contrincantes (7 de ellos) la misma noche de las votaciones.
Ganó las elecciones como “proxy” de una figura supremamente controversial (por usar una palabra venial) cuya imagen es de divisionismo, venganza y más “anti” que “pro”; lo lógico y esperado era que el presidente electo fuese un “espejo” de quien lo designó.
Sin embargo, José Raúl Mulino, previo a su amistad con RM, fue fundador de la Cruzada Civilista y luchó, junto con muchos otros y a riesgo personal, contra la prolongada dictadura militar. Como consecuencia de la caída de la dictadura, participó como viceministro y luego como ministro de Relaciones Exteriores en el gobierno de reconstrucción nacional de Guillermo Endara. Poca gente recuerda esa importante primera etapa de su vida política.
Resulta que José Raúl Mulino, en todas sus declaraciones, ha manifestado que aunque sigue siendo amigo de RM, él será el presidente. Está hablando más el José Raúl Mulino de la Cruzada Civilista: serio, sensato, con claridad sobre los cambios que requiere el país en esta coyuntura y participativo, nombrando un Gabinete de amplia representación con gente preparada, honesta y comprometida con un Plan País.
Esta forma de actuar ciertamente ha sorprendido por no ser lo que muchos esperaban, produciendo un efecto positivo mayor al que se experimenta ante la llegada de un nuevo gobierno.
Hay algo más: tenemos una larga década de gobernantes con poca firmeza ejecutora… ¡y poco o ningún liderazgo! José Raúl Mulino es un hombre inteligente, con semblante severo y sin duda de firmeza… lo cual es algo que el país reclama a gritos, sin excepción.
Sus declaraciones como presidente electo, en su mayoría espontáneas, han sido recibidas positivamente por casi todos los sectores de la sociedad, pero mayoritariamente por la mayoría de los ciudadanos que no votaron por él (entre los cuales me incluyo).
Los cambios que se requieren, iniciando con los necesarios para salvar la más importante institución de seguridad social de los panameños, se darán luego de muchas consultas y, seguro, con la “mano izquierda”… y, sobre todo, también demandan una decisión ejecutora presidencial que deberá contar con el apoyo de toda la sociedad racional que seguramente apoyará al presidente si continúa por el camino ya iniciado.
Él ha dicho que será “el presidente de todos los panameños”. Esta frase suele ser un cliché, pero en su caso no se trata de eso, sino de una pragmática necesidad política. Su “partido” tiene que llegar a ser Panamá. Juzgando por sus declaraciones hasta ahora, ese parece ser su norte. Si lo logra (y está bien posicionado para lograrlo), contará con las nuevas fuerzas en la Asamblea Nacional y sus aliados… dejando aislada a la maleantería, intención que indicó la voluntad popular.
En conclusión, la ciudadanía de nuestra nación está en positivo, no solo porque está por iniciar el nuevo gobierno, sino por la sorpresa positiva producida por sus declaraciones y primeras acciones (nombramientos). Todos deseamos que nuestro nuevo gobierno sea exitoso y tengamos los cambios y el liderazgo que el país requiere en estos cruciales momentos de nuestra historia como nación.
El autor es fundador de La Prensa.