Panamá, un país de paradojas y contradicciones (II)



Para todos los países del orbe, no solo es imperativo planificar su desarrollo a muy largo plazo, sino que esto debe ser una cultura establecida en el instrumento jurídico más alto del sistema legal respectivo, es decir, la Constitución Política, la cual debe encerrar la clase de país y el proyecto de nación que queremos ser hoy y a futuro; es decir, definir cuál es la visión de país que pretendemos alcanzar. En ausencia de claridad de propósitos, uno se convierte, a manera de parangón, en un gran barco en alta mar sin puertos definidos de arribo y sin rutas trazadas de cómo llegar a alguno.

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Panamá, un país de paradojas y contradicciones (I)

Así, la pregunta que cabe es: ¿Tiene Panamá establecido o existe realmente conciencia de qué tipo de país queremos ser en el futuro mediato y más allá? ¿Acaso se tiene establecida una imagen objetivo de país que queremos ser, o solo somos el producto y accidente de los vaivenes del mercado y de la economía internacional, o de los propósitos particulares de alguna veintena de familias panameñas?

Ello significaría que vivimos el día a día, o sea, vivir por vivir con nuevos gobiernos cada cinco (5) años, sin saber qué hacer o haciendo lo que se les antoje. Los ejemplos están dados y continúan vigentes. Los resultados ya los conocemos y los vivimos cada día. Allí vamos, por derroteros inciertos seguidos al azar, arribando cada vez a puertos equívocos o poco convenientes, aunado al desconcierto y sufrimiento de los viajeros; es decir, la población.

Ejemplos hay demasiados en la sociedad nacional. Los más recientes y sobre el tapete: la CSS, alma de salud y vida del asegurado, pero con un programa de nombre macabro, IVM; si logras entrar en él, sus siglas determinan la suerte a correr y la M siempre llega. La ACP, con acciones de sobrevivencia, pero no de cambios, solo en la estructura salarial. Por su parte, el Idaan, encargado de la provisión de agua, sigue estancado, y el pueblo continúa quejándose de la ausencia del vital líquido. El MOP, desde que era CAM y desde los años 20, continúa con una sola vía a lo largo del país, con una pasmosa ceguera de desarrollo vial y su significado. No ha habido visión de crear nueva vialidad, del tipo o naturaleza que fuese, para cubrir el pequeño territorio nacional. No creo que sean millones lo que hacen falta, pero seguimos con las mismas vías, convirtiendo el tránsito por ellas en un verdadero pandemónium.

Señores, queremos ser, necesitamos ser un país de primer mundo o, por lo menos, estar en el umbral de ello, con educación de calidad, con estudiantes y población comprometidos con una visión de país claramente establecida y difundida, con calidad en los servicios públicos y adecuada calidad de vida. Pero jamás debemos continuar en el estado de enajenación en que vivimos.

Las paradojas y contradicciones de este Panamá nuestro no solo lo son a nivel interno; se extienden allende las fronteras patrias hasta el nivel internacional, lo cual puede ser causal de lo que somos hoy día como país. Escojo cualquier país del orbe para dar un ejemplo o fundamentar lo planteado. Así, analizo a Panamá en contraste con Islandia.

Veamos: Islandia, en términos generales, es un país insular de 103,000 km², lleno de situaciones extremas. Cuenta con un clima frío y húmedo extremo, con el 11 % de su superficie cubierta de hielo, desiertos y poca vegetación. Por otra parte, es una de las más grandes regiones del planeta con mayor actividad volcánica; tiene más de 200 volcanes, muchos de ellos en actividad.

En contraste o consecuencia, tiene poca población. Según cifras mundiales de población, cuenta con 393,404 habitantes y su PIB (PPA) es de 69,833 millones para el año 2023. Posee una economía de mercado con impuestos relativamente bajos, en comparación con otros países de la OCDE, así como el mayor índice de afiliación sindical del mundo. Mantiene un sistema nórdico de bienestar social que ofrece atención sanitaria universal y educación superior.

Sus principales recursos naturales son la energía hidroeléctrica, la geotérmica, la pesca y la diatomita. A pesar de las condiciones extremas antes mencionadas, está clasificado como un país desarrollado, ubicado entre las naciones que han logrado dicha condición, con un IDH de 0.959 y tercero en el ranking mundial del Índice de Desarrollo Humano. Además, es considerado el país más amigable del mundo para el emigrante y uno de los cinco más felices del planeta.

Ahora veamos a Panamá. Nuestro territorio nacional es cinco veces menor que Islandia, pero, a diferencia de este, su utilización para el desarrollo puede ser total. Panamá tiene 4.5 millones de habitantes, es decir, 11 veces la población de Islandia; por consiguiente, el tamaño de su mercado puede considerarse mayor. El PIB (PPA) de Panamá es de 73,000 millones, superando al de Islandia por más de 5,000 millones.

La riqueza hídrica de Panamá es de 319,821 km², frente a los 2,750 km² de Islandia. Además, Panamá cuenta con material metálico y reservas estimadas en 200,000 millones, según informes. Sin embargo, parece haber un temor aciago de explotarlos. También pareciera que algunos grupos creen que realizan una gran labor oponiéndose a todo lo que suene o huela a desarrollo. ¿Volveremos a las cavernas?

Somos el país llamado y escogido por la madre tierra para proteger el ambiente mundial, y creemos que solucionaremos todos los problemas ambientales del planeta a costa del desarrollo nacional.

Ahora la gran verdad y paradoja: ¿Cómo es posible que, con todos los recursos mencionados, nuestra envidiable posición geográfica, un clima adaptable a cualquier actividad, grandes centros bancarios y un Hub de las Américas, continuemos siendo un país tercermundista? Sumidos en el subdesarrollo, en el caos cotidiano y la pobreza, no somos un país feliz. Nuestras viviendas son cárceles y creemos que la solución está en otros lugares.

En conclusión, no es la falta de recursos lo que nos mantiene en esta situación. Es el interés creado de unos pocos, el conformismo, la cultura del desinterés, el desorden y la ausencia de visión de país. Es necesario cambiar, y pronto.

El autor es urbanista.


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