El 10 de enero pasado, mi esposa y yo tuvimos el honor de asistir a la conmemoración de los 120 años de relaciones diplomáticas entre Panamá y Japón, invitados por la Embajada de Panamá en Tokio. Este evento destacado contó con la presencia de personalidades relevantes de los ámbitos económico, social y cultural de Japón, así como autoridades y miembros del Cuerpo Diplomático. Ante esta ocasión significativa, es pertinente repasar algunos hechos clave que han marcado las relaciones entre ambos países.
Japón estableció relaciones diplomáticas con Panamá el 7 de enero de 1904, siendo el primer país asiático en reconocer la independencia de Panamá de Colombia. Panamá fue el sexto país latinoamericano en establecer relaciones con Japón, después de Perú, México, Brasil, Chile y Argentina.
El primer contacto registrado entre Japón y Panamá data de 1860, cuando una delegación japonesa viajó a Washington para ratificar el Tratado de Amistad y Comercio con Estados Unidos. Durante su viaje, la delegación hizo una parada en Panamá, y abordaron el ferrocarril interoceánico, el cual los impresionó por el ruido que ocasionaba comparado con los barcos de vapor. Doce años después, en 1872, Japón inauguró su primera línea de trenes, estableciendo una extensa red de trenes regulares y de alta velocidad en todo su territorio.
El segundo encuentro relevante entre Panamá y Japón ocurrió en 1904 con el establecimiento formal de relaciones diplomáticas, coincidiendo con la llegada del ingeniero japonés Akira Aoyama, quien desempeñó un papel importante en la construcción del Canal de Panamá.
Aoyama trabajó en diversas funciones, destacándose como diseñador y constructor del muro de aproximación en las Esclusas de Gatún.
Tras su regreso a Japón en 1911, Aoyama contribuyó en proyectos para prevenir inundaciones, aprovechando su experiencia en el Canal de Panamá. Supervisó la construcción del Canal de Desagüe del Río Arakawa, resolviendo problemas de inundaciones en Tokio. Esta relación histórica se reflejó en el año 2000 con un acuerdo de cooperación y hermandad entre el Museo de Agua de Arakawa y el Museo del Canal Interoceánico de Panamá.
En los años 70, destacadas empresas japonesas como Panasonic, Sony, Mitsubishi y otras llegaron a Panamá para operar en América Latina y el Caribe. En 1980, la visita del presidente panameño Arístides Royo marcó un hito al convertirse en la primera visita de un presidente panameño a Japón, fortaleciendo la relación. Japón se convirtió en el mayor usuario del registro naviero panameño y uno de los principales usuarios del Canal, siendo el país que más aportó al financiamiento de la ampliación del Canal. Cabe señalar que las locomotoras (mulas) que mueven los barcos en las esclusas Panamax son de fabricación japonesa y han contribuido eficientemente a la operación del Canal desde el año 2000.
Con anterioridad a la visita del presidente Royo, y dada la importancia marítima de ambos países, Panamá e Imabari establecieron un acuerdo de hermandad en 1977. Imabari, ubicada en la isla de Shikoku al sur de Tokio, alberga dos de los principales astilleros de Japón y una oficina técnica de la Autoridad Marítima de Panamá para servir a las empresas navieras de la región.
Otro hito en las relaciones entre Panamá y Japón fue la apertura de la oficina de la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA) en 1988. Esta oficina amplió la colaboración japonesa en Panamá y fortaleció los lazos bilaterales.
La cooperación japonesa en Panamá ha evolucionado significativamente, desde el envío de voluntarios japoneses hasta proyectos de gran escala, como la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales en Juan Díaz (2007-2017) y la construcción de la Línea 3 del Metro (actualmente en ejecución). Esta última, impulsada durante la histórica visita del entonces Canciller Fumio Kishida (hoy Primer Ministro) en 2013, recibió el mayor financiamiento blando ($2.6 billones) otorgado por JICA a un país de América Latina y el Caribe, sirviendo de modelo para la región.
JICA también ha contribuido al Mercado del Marisco de la Cinta Costera y al Centro de Conservación de Orquídeas Silvestres del Valle de Antón. En reconocimiento a esta cooperación, el Canciller panameño José Miguel Alemán condecoró al Presidente de JICA durante una visita oficial a Japón en 2000.
En abril de 2001, Sus Altezas Imperiales, el Príncipe y la Princesa Hitachi, realizaron una visita histórica a Panamá y disfrutaron de la observación de aves en el Parque Soberanía, demostrando su gran aprecio por la naturaleza de nuestro país.
Su Majestad Imperial, el Emperador Naruhito, es un experto en temas fluviales y conocedor del Canal de Panamá. En 2018, sirviendo como Embajador de Panamá en Japón, tuve la oportunidad de ser recibido en audiencia por el actual Emperador cuando ostentaba el título de Príncipe Heredero de la Corona. En dicha reunión, me comentó el grato recuerdo que guardaba de Panamá, ya que su primera función oficial como Príncipe Heredero, tuvo lugar durante la recepción ofrecida por su padre, el Emperador Emérito Akihito, en ocasión de la primera visita de un presidente panameño a Japón.
Después del encuentro con el Príncipe Naruhito, le envié la novela histórica panameña el “Caballo de Oro”, de Juan David Morgan, donde se narra la historia del ferrocarril de Panamá y el primer encuentro de Japón con nuestro país. En reciprocidad, me envió su libro “El Támesis como Autopista: Un Estudio sobre la Navegación y el Tráfico en la Parte Superior del Rio Támesis en el Siglo XVIII”, escrito durante sus años universitarios en Oxford, Inglaterra. De allí su interés por las rutas fluviales, incluyendo el Canal de Panamá.
Sin duda, estos 120 años de relación demuestran un viaje conjunto hacia el progreso y la cooperación entre Panamá y Japón.
El autor es consultor internacional y ex embajador de Panamá en Japón.