Tres grandes estadistas ha tenido la República de Panamá: El doctor Belisario Porras, el doctor Arnulfo Arias Madrid y el general Omar Torrijos. Únicos por su indiscutible carisma político y amor a su pueblo.
A “papa” Porras lo mató el divisionismo y la “oligarquización” liberal. A Omar Torrijos el imperio y la traición que se inició en cerro Marta. Al doctor Arias y su “doctrina panameñista” el antinacional mensaje pronunciado por el presidente de la oligarquía y vasallo del norte, Juan Carlos Varela, el pasado jueves 17 de agosto, en las escalinatas del Palacio de Las Garzas, con motivo de la terminación de la visita oficial del vicepresidente estadounidense, Mike Pence.
A la luz de la historia política de la República, la alocución de Varela es la más lacayuna que haya pronunciado mandatario alguno. Todo lo antinacional, esencia de la postura política e ideológica de la oligarquía, está resumido en este mensaje de despedida a la visita de Estado del vicepresidente norteamericano.
Mientras otros “aliados” del coloso imperial -Mauricio Macri de Argentina y Enrique Peña Nieto de México- rechazaron de plano las inauditas pretensiones del presidente Donald Trump de agredir militarmente al pueblo de la República Bolivariana de Venezuela, el nuestro, el presidente del gamonalismo criollo, informaba en la locución en comento que próximamente anunciaría su alineación con la acción militar neocolonial norteamericana y alienación de su dignidad personal y de hombre libre nacido en la tierra istmeña.
No hubo en el mal habido discurso presidencial una sola mención a las reclamaciones históricas de los panameños, por ejemplo, la limpieza total de la isla de San José contaminada con material bélico durante la Segunda Guerra Mundial; como tampoco, la reparación económica al Estado de nuestro país por la invasión y “saqueo” provocado por la invasión militar norteamericana del 20 de diciembre de 1989.
Ni que hablar de la ignominiosa inclusión del grupo GESE en la lista Clinton. Todo lo contrario, su parlamento estuvo rebosante de incondicionalidad a las órdenes del “amo” imperial e irresponsable participación –único país de Latinoamérica- en la “coalición militar contra el terrorismo islámico”, en flagrante violación del artículo 310 de la Constitución Política de la República, que a la letra dice: “La República de Panamá no tendrá ejército”. Si el Estado panameño no tiene ejército, ¿cómo participa en una coalición militar internacional?
Finalmente, en sus tumbas se revuelven no solo Porras, Arias y Torrijos, sino todos los patriotas que ofrendaron su vida, sacrificio e intelecto para defender la soberanía y la dignidad nacional. Todo en virtud a la crápula posición presidencial y al “escandaloso” silencio guardado por importantes sectores sociales y económicos de la Nación, con lo cual reflejan cobardía o abyección.
Termino con estas palabras lapidarias de Mahatma Ghandi: “Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena”. ¡Así de simple es la cosa!
El autor es abogado y analista político